Ross A Taylor nació en 1955 en Inglaterra. Es soltero y vive en Inglaterra aproximadamente unos 5 meses al año. Tiene un título en Física de la Universidad de York (1973-1976), seguido por tres años de estudios de postgrado en combustión de petróleo combustible pesado. Trabaja como ingeniero de software y de procesos en la industria del cemento, viajando por el mundo 7 meses al año. Ha trabajado en 20 países. La mayor parte del comentario sobre Apocalipsis fue escrito cuando estaba en el exterior, especialmente en Corea del Sur. Como resultado de su trabajo, visitó la India y coleccionó pinturas en miniatura indias y comenzó a apoyar una escuela bíblica en ese país. Se convirtió bajo el ministerio de David Watson, en 1973, mientras estaba en la universidad., y es de orientación básicamente carismática (grupos caseros) aunque más conservador teológicamente. Entre sus pasatiempos e intereses se encuentran: Internet, la Biblia, temas cristianos actuales (creación, ex homosexuales), fotografía (vea sus fotografías de viajes a Bali y EE.UU.) y cálculos actuariales. Tiene una excelente colección de sellos victorianos.
Ilustraciones de Duncan Long
(Ap. 14:1) Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y de su Padre escrito en la frente. {2} Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. {3} Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. {4} Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; {5} y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.
Después de la serie de visiones con el dragón y las dos bestias sigue una serie de visiones más cortas antes de la visión de las últimas siete plagas. El pasaje plantea la pregunta, ¿por qué está colocado aquí? En 15:2 vemos un grupo de santos que claramente se indica que son victoriosos sobre la bestia. Sin embargo, el punto principal es contrastar a los sellados con la marca de la bestia con los sellados con el nombre del Cordero y del Padre. También muestra que los 144.000 de 7:3 están preservados a salvo ahora en el cielo a pesar de haber sido derrotados y martirizados por las dos bestias del capítulo anterior. Juan se repite de nuevo en 15:2 al mostrarnos los victoriosos sobre la bestia, pero nuestro Dios se repite para que nosotros, sus hijos, podamos recibir el mensaje.
Caird señala que Apocalipsis es una exposición del Salmo 2, y tiene una referencia al monte de Sion en v. 6, "yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte". Él ve a los 144.000 como el ejército del Señor del Señor que sigue a Cristo por donde va (v. 4), los encuentra nuevamente siguiendo a Cristo en 19:14, 19, y de nuevo en 17:14. En ambas escenas el contexto es de una batalla. Él considera su numeración en el censo (7:4) como un llamado militar, lo cual contesta también la pregunta de por qué no se contaminaron con mujeres. La fuente de este simbolismo son las regulaciones para la guerra santa que requería que los hombres fueran puros ceremonialmente (Dt. 23:10-11, cf. 2 Sam. 11:11). Él ve a los 144.00 como mártires y por lo tanto las primicias de la gran recolecta de los santos. Como Jesús, el Cordero del sacrificio, no se encontró ninguna mentira en sus bocas; son sin mancha (1 Pedro 1:19, 2:22-24).
v. 1 - Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y de su Padre escrito en la frente - "Después miré" presenta una nueva sección que contrasta a los que reciben la marca de la bestia, en la sección anterior, con los que se describen aquí, que no reciben la marca de la bestia pero que en cambio tienen el nombre del Cordero y del Padre en su frente. Son aquellos que son victoriosos sobre la bestia. De nuevo, en 15:2, encontramos a los que han sido victoriosos sobre la bestia y su imagen y sobre el número de su nombre. Esta escena es similar a Zac. 14:4: cuando el Señor vuelva se parará sobre el monte Sion y con Él estarán sus seguidores (ver también Hch. 1:9-12). Sin embargo, más adelante encontramos que Juan oye un sonido del cielo (v. 2) y están cantando un cántico nuevo ante el trono (v. 3) y han sido redimidos de la tierra (v. 3), así que por lo tanto el monte Sion está en el cielo (ver también Heb. 12:22, Joel 2:32, Miq. 4:7). Los mismos 144.000 que fueron sellados en 7:3 están ahora en el cielo; están junto al Cordero, los que fueron sellados entonces son los que ahora han sido salvados. Ninguno se ha perdido. Había 144.000 sellados y hay 144.000 en el cielo (Jn. 6:39, 10:28-30, 17:12,18:9). Fueron marcados en Cristo con un sello, el Espíritu Santo prometido que la garantía de su herencia en el cielo (Ef. 1:13-14). Este pasaje nos dice más acerca del sello: tenían su nombre (el del Cordero) y el del Padre escrito en sus frentes (22:3), es decir sellados por el Padre y el Hijo, el sello de protección y de posesión. Esto está en contraste con los seguidores de la bestia que tienen el nombre de la bestia en su mano derecha o su frente (13:16). Los santos son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt. 28:19, Hch. 2:38). El nombre significa que no sólo son posesión de Dios como esclavos sino que también son parte de la familia de Dios. Toman su nombre del Padre y del Hijo como hijos adoptados a la familia de Dios, tanto en el cielo como en la tierra (Ef. 1:5, 3:14-15).
La referencia al monte de Sion es probablemente otra referencia al Salmo 2 donde Cristo es instalado como Rey sobre Sion, el monte santo de Dios. El monte de Sion es donde mora Dios (Is. 8:18). Es también donde mora su pueblo. Joel 2:32 señala que habrá liberación en el monte de Sion cuando llegue el día grande y terrible del Señor. Note que en Ap. 22:3-4 los siervos de Dios los sirven y Su nombre estará sobre sus frentes. Estos siervos son los mismos que los 144.00 que son también siervos (7:3-4) y que representan a toda la iglesia. En 17:14 encontramos también al Cordero junto con Sus seguidores llamados, elegidos y fieles.
v. 2 - Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas - En 19:6 oyó lo que parecía una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas y como la voz de grandes truenos, que decía, "¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!" Así como la voz de Dios sonaba como un trueno, en 10:3 la voz del ángel sonaba como siete truenos.
El sonido que oyó Juan del cielo era de una gran multitud cantando (ver v. 3). En Ap. 15:2 los que han sido victoriosos sobre la bestia y su imagen y sobre el número de su nombre también, como estos, tenían arpas que les dio Dios. Si comparamos este grupo con los 144.000 sellados de 7:1 y la gran multitud de 7:9, entonces los dos grupos que tocan arpas, los 144.000 de aquí y los victoriosos sobre la bestia son un único grupo. Tenían arpas que les dio Dios y los ancianos también tenían arpas, lo que es un símbolo de adoración.
v. 3 - Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra - Los siguientes tres versículos dan una descripción de los redimidos. La primera impresión de uno es que son un grupo especial de santos. Sin embargo, una inspección más cuidadosa revela que tienen las características de todos los redimidos.
Los redimidos cantan esta canción delante de Dios, ante los seres vivientes y los ancianos. Algunos señalarían que los ancianos entonces no pueden ser representativos de los redimidos. Sólo los redimidos pueden cantar esta canción. Se menciona un cántico nuevo mucho antes y es cantada por los ancianos (5:9) en adoración del que compró a los hombres para Dios. Los redimidos también tienen un nombre nuevo (2:17). Era un cántico nuevo para los ancianos porque la encarnación de Cristo y Su ascensión al cielo es un evento nuevo en el cielo. Es una nueva canción para los redimidos porque su salvación está completa; están ahora en el cielo por primera vez. Su redención está completada. Como redimidos, sólo ellos la pueden cantar. Los ángeles no pueden ser redimidos así que no pueden cantar esta canción. Sólo aquellos nacidos en la tierra pueden cantar esta canción. Es una nueva experiencia y por lo tanto, una nueva canción (Hendriksen). Is. 25:9 nos da una idea de cómo podrá ser esta canción.
v. 4 - Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero - La virginidad aquí significa pureza, y no debe tomarse literalmente (2 Cor. 11:2); significa que fueron fieles a su Señor. Son la novia de Cristo y, por lo tanto, son vírgenes espiritualmente. No fueron infieles a su Señor. El sexo dentro del matrimonio no es pecado. Esto también puede tomarse como evitar el sexo durante la batalla (Caird). Siguen al Cordero, Jesucristo, lo cual significa que son sus discípulos (Jn. 1:43, Jn. 10:4). En 19:14 los ejércitos del cielo también se encuentran siguiendo al Cordero a la batalla. En 17:14 también encontramos a la bestia haciendo guerra contra el Cordero - y con Él estarán sus seguidores llamados, escogidos y fieles. Seguir al Cordero por dondequiera que va conduce normalmente a la cruz (Jn. 13:36). Franzman comenta que el objetivo y la corona de vida de la iglesia, la novia del Cordero, es que esté unida por siempre con Él. Es por lo tanto natural que hasta que alcance ese objetivo y hasta que consiga esa corona su vida consista en seguirlo a Él (cf. Jer. 2:2).
v. 4 - Estos fueron redimidos de entre los hombres - Estos son los redimidos del Señor, comprados de toda tribu y lengua y pueblo y nación (cf. Ap. 5:9, Sal. 74:2). Como en el censo de los 144.000 en 7:3 ff., que son redimidos, éstos también son los redimidos del Señor (ver también "redimidos" en v. 3).
v. 4 - como primicias - Los cristianos son una nueva creación. Aquí los cristianos son las primicias (Stg. 1:18); contraste esto con la cosecha de las uvas de la tierra, que son los incrédulos que son pisoteados en el gran lagar de la ira de Dios. En el Antiguo Testamento las primicias de la cosecha eran siempre ofrecidas al Señor (Dt. 26:9-10) y le pertenecían al Señor. Note que Stg. 1:18 no sugiere que las primicias sean mártires; sugiere que los santos son las primicias. Los 144.000 son las primicias de la cosecha de la tierra; le pertenecen al Señor. El resto de la cosecha no. Compare la cosecha de la tierra (santos) en 14:14-16 con la cosecha de las uvas de 14:17-20 (hombres destinados a la ira).
Caird dice que "la idea detrás de ofrecer las primicias era que todas las cosas vivas le pertenecen a Dios y no deben ser dedicados a propósitos seculares sin un reconocimiento de Sus derechos. La dedicación de las primicias "redimía" la cosecha, y así la liberaba para su uso común. Los derechos de Dios en general están garantizados por su posesión de una parte (Ex. 39:22, Lev. 23:15-22, Num. 28:26, Dt. 16:9-12). De la misma forma, los primogénitos de los hombres le pertenecen a Dios, pero se ha hecho provisión para su redención, porque Dios ha aceptado a los levitas en su lugar (Num. 8:14-18) para que sean un símbolo de la santidad a la cual estaba llamada toda la nación. En el Nuevo Testamento Jesús es llamado las primicias porque su resurrección fue la señal y la garantía de una cosecha mayor (1 Cor. 15:20, 23) y el Espíritu es llamado las primicias porque es el compromiso de la herencia venidera (Rom. 8:23, 2 Cor. 1:22, 5;5, Ef. 1:14). Así, cuando Juan dice que los mártires han sido rescatados de toda la humanidad para ser primicias, debe querer decir que la ofrenda de sus vidas a Dios en sacrificio es la ceremonia inaugural de la gran cosecha.
v. 5 - y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios - Compare a los santos que no mienten con los mentirosos de 21:8. Compárelos también con el pasaje de Efesios acerca de la iglesia (Ef. 5:27) donde la iglesia es descrita como "santa y sin mancha". Ver también Sof. 3:13 en donde "el remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa". Ellos lo siguen a Cristo en el martirio y así como no se encontró engaño en Su boca (Is. 53:9) y fue un cordero sin defecto, ellos también están sin culpa (1 Pedro 1:19). Estos dos últimos versículos son la única indicación de que son mártires, pero como el mártir es un testigo, el caso a favor de que este grupo esté compuesto sólo de mártires no puede ser establecido con certeza. A diferencia de los adoradores de la bestia, no han sido engañados para adorar a la bestia y para creer la mentira (2 Tes. 2:11). Su confesión (testimonio) de Jesucristo fue la verdad suprema (1:9, 6:9, 11:7, 12:11, 12:17, 17:6, 19:10, 20:4). No habían negado el nombre de Jesús ante los hombres (la mentira suprema) y estaban en consecuencia de pie ante el Cordero (14:1).
(Ap. 14:6) Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. {7} diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. {8} Otro ángel le siguió diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. {9} Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, {10} él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; {11} y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. {12} Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. {13} Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
Después de la visión de las dos bestias, él ve a los 144.000 con el Cordero en el monte de Sion y luego ve los tres ángeles. Cada uno de los tres ángeles proclama juicio. El primero anuncia a todo el mundo que el juicio está empezando, pero hace un llamado especial a aquellos que están en la tierra para que adoren a Dios porque es el Creador. El segundo, pronuncia juicio sobre Babilonia la grande que ha hecho a las naciones beber el vino enloquecedor de sus adulterios. El tercero, pronuncia un juicio terrible de tormento eterno mediante fuego y azufre sobre aquellos que adoran a la bestia y tienen su marca. Vinculado a esto hay un llamado a la paciencia de parte de los santos, seguido de una bendición sobre aquellos que mueren en el Señor de ahora en adelante. Después de esto viene la Segunda Venida y la cosecha de la tierra. La Segunda Venida y el castigo de la bestia, el falso profeta y Satanás y de los que adoran a la bestia y el juicio de Babilonia la Grande son tratados con mayor detalles más adelante.
v. 6 - Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo - El evangelio eterno es proclamado a toda la humanidad (ver 11:9) y es universalmente válido. Note la descripción en cuatro partes que indica que vienen de los Cuatro Rincones de la tierra. Este es el último llamado antes del juicio que viene, que son las siete copas. Después será demasiado tarde (ver Mt. 24:14) porque el evangelio habrá sido predicado a toda nación sobre la tierra. Note que este llamado ocurre entre el águila que vuela en la mitad del cielo gritando "¡Ay, ay, ay!" para los últimos tres toques de trompeta y las aves reunidas en el medio del cielo para la gran cena del Señor. Es un último llamado.
v. 7 - diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas - El evangelio, en su forma más sencilla, consiste en temer a Dios, darle gloria y adorar a Dios como creador (Hch. 14:15) porque la creación misma declara al Creador (Sal. 19:1, Rom. 1:20). Sin embargo, el hombre se rehusa a hacer esto y prefiere la idolatría en cambio (9:20). Adoran a la bestia en vez de Dios (13:4). Los santos, sin embargo, en contraste reconocen a Dios como Creador y por lo tanto lo adoran (11:1). No adoran a la bestia (20:4). La hora de Su juicio ha llegado, es decir la cosecha de las uvas y el lagar de la ira de Dios, las siete copas y el juicio de Babilonia la Grande, pronunciado por el segundo ángel en el versículo siguiente. Son los cielos, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas las que son afectadas por el juicio de Dios sobre de las primeras cuatro de las siete copas, y de ahí su mención aquí (cf. Ex. 20:11): Copa 1 (la tierra), copa 2 (el mar), copa 3 (las fuentes de las aguas) y copa 4 (el sol). En otra parte en Apocalipsis encontramos que Dios es reconocido como Creador, primero por los ancianos (4:11) y por el ángel fuerte (10:6). Sin embargo, la humanidad ha suprimido la verdad acerca de Dios, "y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles" (Rom. 1:23). Los hombres prefieren adorar a la bestia antes que a Dios (ver 13:4). La humanidad, mediante una teoría no probada de la evolución, prefiere ser el producto del azar y descender de animales antes que ser creados por la voluntad de Dios (4:11) y en la imagen de Dios (Gn. 1:27). "Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador" (Rom. 1:25). La idolatría lleva a la depravación y a la maldad (Rom. 1:24 ff., ver también Ap. 9:20-21).
v. 8 - Otro ángel le siguió diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación - La caída de Babilonia es proclamada también por un ángel en 18:2 y descrita en 17:16 ff. Su mensaje interpreta en parte la "hora del juicio" que había advertido el primer ángel: "¡Ha caído, ha caído Babilonia la gran ciudad!" (Swete). Esta es una introducción a la caída de Babilonia la Grande (ver Ap. 17), citado de Jer. 51:7-8 e Is. 21:9. Babilonia la Grande es una referencia a Dn. 4:30 cuando Nabucodonosor se congratula sobre sus logros, "¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?" Inmediatamente se convirtió en una bestia y fue arrojado de entre los hombres. Para Juan, Roma es un tipo de Babilonia y el Emperador Romano es un tipo de Nabucodonosor, que no le dio gloria a Dios. Babilonia sedujo al mundo con sus adulterios (18:3). Babilonia se menciona por primera vez en Gn. 10:10. Ella es la prostituta que ha seducido y ha corrompido a las naciones del mundo intoxicándolas con la influencia de su maldad (adulterios). Las ciudades siempre tienden a concentrar el mal dentro de la humanidad. Babilonia es un símbolo para el espíritu de impiedad que en cada edad seduce a los hombres fuera de la adoración del Creador hacia la adoración de las cosas creadas. Las ciudades, en su esplendor, son un monumento al hombre. Piense en la torre de Babel o en los rascacielos de Manhattan.
v. 9 - Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, {10} él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero - El primer ángel proclamó el evangelio eterno a aquellos que viven en la tierra que era el de temer a Dios, darle gloria y adorarlo a Dios como Creador. En contraste con los que adoran a Dios (14:1-5) el tercer ángel detalla el castigo para los que adoran a la bestia y a su imagen. Anteriormente en Ap. 13:1-2, la bestia de la tierra obligó a los habitantes de la tierra a adorar a la primera bestia del mar (13:12) y a adorar a su imagen (13:15) y a recibir la marca de la bestia (13:16). Al hacerlo estaban adorando a Satanás (13:4) que le había dado autoridad a la bestia. Aquellos que no adoraron a la imagen fueron muertos o no pudieron comprar (13:15-17). El ángel ahora pronuncia juicio sobre estas persona que sí adoraron a la bestia y por lo tanto rompieron el primer y segundo mandamiento (Ex. 20:3-5). Aquellos que adoran a la bestia se unirán a la bestia (19:20). Estos son aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero (13:8, 20:15). Su pecado era tener la marca de la bestia sobre la frente, el lugar reservado para el nombre de Dios (Platt, cf. 7:3). Tener la marca de la bestia más probablemente indica que pertenecen a la bestia, en contraste de aquellos que tienen el sello de Dios sobre sus frentes (7:3; 14:1).
Beber el vino de la ira de Dios es una metáfora común del Antiguo Testamento (Job 21:20, Sal. 75:8, Is. 51:17, Jer. 25:15). Una figura similar es usada en la expresión "el lagar de la ira de Dios" en 14:19 (cf. Babilonia a quien Dios le dio la copa llena del vino del furor de su ira, 16:19). La ira de Dios es derramada con toda fuerza; no está mezclada con la misericordia. El castigo será en la presencia de los santos ángeles y el Cordero, lo que lo hace más personal. Esta es la primera vez que el castigo por fuego y azufre ocurre y es una referencia al juicio de Dios sobre Sodoma y Gomorra (Gn. 19:24, Lc. 17:29, ver también 2 Pedro 2:6, Judas 1:7). Esto se cumple finalmente en Ap. 19:20, 20:10, cuando la bestia y el dragón son consignados al lago de fuego y azufre, y en 20:15, 21:8 cuando sus seguidores se unen a ellos. Nuestro horror sobre este juicio debe ser entendido a la luz del odio eterno de Dios de la maldad; el carácter de Dios nunca cambia.
v. 11 - y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre - El humo de su tormento sube por los siglos de los siglos (cf. Is. 34:10). Su castigo es eterno así como el de Satanás (20:10, ver también Mt. 25:41-46, Judas 1:7) porque Dios vive por los siglos de los siglos (15:7) y su odio del pecado es eterno. No tienen reposo de día ni de noche, en contraste con los redimidos que sirven a Dios día y noche (7:15) y no tienen dolor (21:4) y descansan de sus trabajos (v. 13). Aquellos que adoran a la bestia se unirán a la bestia (19:20, 20:15, 21:8). Esto contrasta con el castigo de ser arrojados en el horno de fuego amenazado por Nabucodonosor a aquellos que se rehusaban a adorar su imagen (Dn. 3:15).
v. 12 - Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús - Este es el último de tres llamados a la "paciencia" de los santos (1:9, 13:10) frente al sufrimiento (2 Cor. 1:6). Los santos, que obedecen los mandamientos de Dios y permanecen fieles a Jesús, son contrastados aquí con aquellos que adoran a la bestia (14:9), que no obedecen los mandamientos de Dios y no son fieles a Jesús (sus pecados son listados en 9:20-21, 16:9, 21:8, 22:15, que rompen la mayoría de los diez mandamientos). Los santos no deben volver sus espaldas a la fe bajo persecución (12:17) o ante la tentación de unirse a aquellos que adoran a la bestia. Si lo hacen, entonces se unirán a ellos también en su castigo eterno. La ventaja temporal ganada por adorar a la bestia no vale sus consecuencias eternas. La pequeña ganancia temporal no vale la consecuencia eterna de castigo, en tanto el pequeño dolor momentáneo conduce a la gloria eternal (cf. 2 Cor. 4:17).
v. 13 - Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen - Se le dice que escriba (1:19), lo cual enfatiza la bendición (cf. 19:9, 21:5). Esta es una de las siete bendiciones en Apocalipsis. Si el versículo anterior es una advertencia, entonces este versículo es un aliento para aquellos que deben morir por su fe. Aquellos que mueren en el Señor irán a estar con el Señor y descansarán de sus trabajos. Esta frase está agregada para alentar a los que deben morir por su fe, ya que la paciencia incluye la posibilidad del martirio. Su trabajo es permanecer fieles a Jesús. Este es el trabajo supremo (ver Jn. 6:29, "Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado". Esto está en completo contraste con el v. 11, donde no hay descanso día y noche para aquellos que adoran a la bestia y a su imagen, pero éste es un libro de contrastes. "Sus obras con ellos siguen" enfatiza de nuevo las consecuencias eternas de nuestras acciones temporales, así como adorar a la bestia tiene consecuencias eternas negativas. Hay alguna incertidumbre acerca del texto. Podría querer decir "bienaventurados los que mueren de aquí en adelante", o "bienaventurados los que mueren en el Señor, porque de ahí en adelante (es decir después de la muerte) descansarán de sus trabajos. Cuando un hombre se muere no puede llevarse sus posesiones con él, pero los actos que hizo cuando estuvo vivo (sean buenos o malos) lo siguen (2 Cor. 5:10), Ver también Ap. 20:12, donde los muertos son juzgados por lo que han hecho. Para el predicador, podría ampliar sobre el tema de las riquezas en esta vida presente comparado con las riquezas de la vida venidera (ver también 1 Tim. 6:17-19, Lc. 12:32-33, Lc. 12:19-21).
(Ap. 14:14) Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. {15} Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado; pues la mies de la tierra está madura. {16} Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. {17} Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. {18} Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. {19} Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. {20} Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios.
En las Escrituras hay una cantidad de referencias a las dos cosechas, una cosecha de granos y una cosecha de uvas para producir vino a partir del jugo del lagar (Num. 18:27, Dt. 15:14, 2 Reyes 6:27). En el pasaje siguiente se mencionan dos cosechas. La primera es la cosecha de los justos; la segunda, la de los malvados.
v. 14 - Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda - "Miré" indica una nueva visión. La nube blanca nuevamente indica la Segunda Venida. La hoz es una referencia a la Segunda Venida y a la cosecha de la era (Mt. 13:37, Mr. 4:26 y también Joel 3:12-13). "Uno semejante al Hijo del Hombre" es Cristo (1:13) y está tomado de la visión de Daniel de "uno como un hijo del hombre" (Dn. 7:13, ver también Ap. 1:7, Mr. 12:26, Mt. 24:30). En contraste al hombre que se había vuelto como una bestia por usurpar la autoridad de Dios, vendrá el día cuando las riendas del gobierno estarán para siempre en las manos de un hombre digno del nombre (Baldwin). Nota: la palabra griega para corona usada aquí es stephanos, no diadema (usada en 19:12). Stephanos se usa para la corona de oro usada por el jinete del caballo blanco en 6:2.
v. 15 - Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado; pues la mies de la tierra está madura - El fin de la era ha llegado (Mt. 13:39). El ángel sale del templo, lo que significa la presencia de Dios, porque sólo Dios puede decidir el fin de la era (Mt. 24:36, Hch. 1:7). El ángel actúa como el mensajero de Dios.
v. 16-17 - Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. {17} Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda - Vemos aquí que Cristo tiene una hoz y la tierra es cosechada. Luego vemos que el ángel también tiene una hoz y recoge las uvas de la tierra para el lagar de la ira de Dios. Es probable que la cosecha que recoge Cristo es su pueblo, el trigo. Estas son las primicias de la cosecha mencionada en Ap. 14:4. Los ángeles también participan en la cosecha (Mt. 13:41). Quitan los yuyos de los malos que son dejados después del rapto de los elegidos.
v. 18 - Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras - Las palabras del ángel son similares a Joel 3:13, lo que es claramente un juicio. El ángel encargado del fuego, es decir el fuego del juicio, vino del altar donde se ofrece el incienso y las oraciones de los santos (8:3). Este mismo incensario es llenado con fuego y arrojado a la tierra (8:5) como un preludio a las siete trompetas. Las uvas de la ira significan que el tiempo que Dios considera para la Segunda Venida y la cosecha de la era ha llegado. El ángel encargado del fuego luego ordena al ángel con la hoz que recoja la uvas porque están maduras. El hombre ha completado sus pecados hasta el tope (Joel 3:13).
v. 19 - Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios - El lagar de la ira de Dios aparece en Is. 63:2-6, Lam. 1:15, Joel 3:13 (ver también Ap. 19:15, donde se dice que Cristo pisa el lagar de la ira de Dios. Ese pasaje trata con la segunda venida de Cristo, al igual que este pasaje. El lagar es una expresión de la ira de Dios y de día de su venganza. Hendriksen lo ve como representando al infierno, pero es más probable que sea la masacre que resulta del día de Su venganza cuando ejecuta juicio sobre la tierra (Sof. 1:14-18, Lam. 1:15 cf. Ap. 19:15, 21). En esta referencia a la ira de Dios las personas son las uvas que son prensadas en el lagar y su sangre es el jugo de uva. Juan usa una figura similar en 14:10 donde los que adoran a la bestia tomarán el vino de la furia de Dios. Ver también la referencia a Babilonia, donde Dios le dio la copa llena del vino de la furia de su ira (16:19) que resultó en que fuera consumida por fuego (18:8, 19:3).
v. 20 - Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios - La palabra griega para sangre, haima, puede ser usada figurativamente para el jugo de uvas. Son pisoteadas en el lagar fuera de la ciudad por allí es donde están los malvados (ver Ap. 22:15). Su ira no es contra su pueblo dentro de la ciudad que es la Nueva Jerusalén. Así como los gentiles pisotean su ciudad santa (11:2), Jesús pisotea a los malvados fuera de la ciudad (19:15). Mil seiscientos estadios (295 km, el largo de Israel aproximadamente) es un número simbólico derivado del cuadrado de 4, el número de la tierra (7:1) multiplicado por el cuadrado de 10, el número de lo completo (5:11). Por lo tanto significa "completo" en relación con el mundo creado y la incapacidad de que nadie pueda escapar al juicio de Dios (Wilson). Ver también la descripción del juicio sobre Faraón en Ez. 32:6, "regaré de tu sangre la tierra donde nadas, hasta los montes..."
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