El mundo del apóstol Pablo

Rick Wade


Rick Wade se graduó de Moody Bible Institute con un B.A. en Comunicaciones (radiodifusión) en 1986. Se graduó con honores en 1990 de Trinity Evangelical Divinity School con un M.A. en Pensamiento Cristiano (teología/filosofía), donde sus estudios culminaron en una tesis sobre la apologética de Carl F. H. Henry. Rick y su familia viven en Rowlett, Texas. Si usted tiene algún comentario o pregunta sobre este artículo, envíelo por favor a espanol@probe.org.



La religión

El propósito de este ensayo es echar una mirada al mundo grecorromano en el que vivía el apóstol Pablo, para que podamos entender mejor su ministerio. Cuando comprendemos el contexto histórico, nos ayuda a tener esta perspectiva. Hablaremos de la religión, la filosofía, el grupo familiar y la moralidad social de la cultura helenista, con una mirada final a los conflictos que enfrentaban los cristianos.

Comencemos con la religión del primer siglo. Hay dos episodios en el libro de Hechos que nos dan una comprensión de las creencias y prácticas religiosas de este tiempo.

En Hechos 19, leemos acerca de los problemas que enfrentaron los compañeros de Pablo por su ministerio en Éfeso. Los artesanos que hacían altares en miniatura de Artemisa, la deidad local, objetaban la enseñanza de Pablo de que "no son dioses los que se hacen con las manos" (Hechos 19:26). En el mundo de Pablo, la religión era una parte integral de la vida de todos. Los cultos auspiciados por el estado eran una expresión religiosa en la que todos participaban. El historiador Everett Ferguson señala que "las creencias y prácticas religiosas más arraigadas, tanto en Grecia como en Roma... estaban asociadas con el culto cívico tradicional." [1] El estado a la vez financiaba y se beneficiaba de estos cultos.

Cada ciudad tenía su santo patrón. La ciudad de Éfeso honraba a Artemisa (o Diana), la diosa de la naturaleza y del nacimiento. La estatua de Artemisa estaba en un templo magnífico, cuatro veces el tamaño del Partenón de Atenas. Las deidades como Artemisa eran honradas con festivales, oraciones y sacrificios. Las festividades anuales incluían banquetes, entretenimiento, sacrificios, procesiones, competencias de atletismo y la realización de ritos de misterio. Las oraciones incluían invocaciones, adoración y peticiones, con el objetivo de recibir el favor de la diosa. Los sacrificios se ofrecían para adoración, agradecimiento o súplica.

Los disturbios en Éfeso que resultaron de la enseñanza de Pablo fueron impulsados en parte por preocupaciones monetarias; los artesanos temían perder su negocio. Pero el cántico: "¡Grande es Diana de los efesios!" que siguió durante dos horas-de parte de personas que ni siquiera sabían cuál era el problema específico-muestra que el dinero no era el único tema. La fuerza de la devoción religiosa a los cultos cívicos era tan grande que los emperadores romanos vieron la ventaja de identificarse con ellos en vez de combatirlos. Hablaremos más de esto al avanzar en este artículo.

Éfeso era también un centro importante de la magia, otro aspecto de la práctica religiosa del primer siglo. En Hechos 19, leemos que los que practicaban la magia o la hechicería abandonaron sus prácticas y quemaron sus rollos mientras declaraban públicamente su nueva fe.

Los rollos de los efesios contenían palabras y fórmulas secretas que eran usadas para forzar a los dioses a cumplir los deseos propios. La fórmula precisa era crítica. Los practicantes buscaban riqueza, sanidad o poder; hasta usaban la magia para intentar conseguir el amor de otra persona. Como también se creía que conocer el verdadero nombre de una persona significaba tener poder sobre esa persona, los nombres y las fórmulas eran mezclados para producir una magia fuerte.

Pablo llevó su mensaje a un mundo que tenía una multitud de creencias religiosas, y el mensaje que proclamó mostró su poder sobre ellos. Cuando miramos a nuestra cultura con su espectro religioso cada vez más pluralista, debemos recordar que nosotros también llevamos el mismo evangelio con el mismo poder.

La filosofía

Cuando el apóstol Pablo visitó Atenas, llevó el mensaje de Cristo al mercado, donde se podía encontrar una amplia variedad de personas. Entre las personas con las que habló estaban los filósofos epicúreos y estoicos. Leemos de su encuentro con ellos en Hechos 17.

¿Quiénes eran esto epicúreos y estoicos? Quisiera dar un bosquejo en miniatura de sus ideas acerca de Dios, del hombre y del mundo, para que nos ayude a entender por qué Pablo hizo lo que hizo.

El estoicismo y el epicureísmo eran filosofías que fueron desarrolladas para liberar a las personas de las preocupaciones de la vida actual.

El estoicismo era materialista y panteísta. Es decir, los estoicos creían que todo estaba compuesto por materia. La forma más elevada de la materia era de naturaleza divina, y permeaba el universo. La llamaban de diferentes formas: fuego, Zeus, o aun Dios. Creían que este "fuego" divino, o Dios, generó el universo y un día tomaría de nuevo el universo para sí mediante un gran incendio. Este ciclo de creación e incendio se repite eternamente.

El estoicismo era, entonces, determinista. Las cosas son como son y no pueden ser cambiadas. Para encontrar la verdadera felicidad, ellos creían que uno debía entender el curso de la naturaleza mediante la razón, y simplemente aceptar las cosas tal como eran.

En contraste con los estoicos, Pablo enseñaba que Dios es personal y no una parte del universo. También enseñaba que habría un juicio venidero, y no un incendio gigantesco que llevaría a otro ciclo.

Los epicúreos se centraban en la felicidad del individuo, también, pero tomaban una dirección completamente distinta a los estoicos. Ellos creían que el camino a la felicidad era a través de la maximización del placer y la minimización del dolor. La tranquilidad se buscaba a través de una vida tranquila y contemplativa, entre una comunidad de amigos.

Los epicúreos eran también materialistas, pero no eran panteístas. Ellos creían que el universo fue formado a partir de átomos que caían del espacio y que de vez en cuando chocaban entre sí accidentalmente, y con el tiempo formaron las estrellas, los planetas y nosotros. Cuando morimos, simplemente nos disolvemos convirtiéndonos en átomos nuevamente. Los epicúreos creían en dioses, pero pensaban que eran como los hombres, sólo que eran de un orden superior. Los dioses residían en alguna parte del espacio, disfrutando una vida de placer tranquilo como la de los epicúreos. No tenían nada que ver con los hombres. Aparte de la participación en sacrificios y rituales religiosos para propósitos estéticos, los epicúreos creían que los humanos no tenían que preocuparse por los dioses.

Contra los epicúreos, Pablo enseñaba que Dios se involucra en los asuntos de su creación y nos creó específicamente para buscarlo a Él. Por supuesto, la doctrina de Pablo sobre un juicio futuro no encajaba con su pensamiento tampoco.

Cuando Pablo evangelizaba el mundo griego, a veces usaba su terminología y conceptos; hasta citaba a sus poetas. Pero él predicaba un mensaje muy diferente. Tal vez nosotros también podemos encontrar un terreno común con nuestra cultura sabiendo lo que cree la gente y presentando el evangelio en formas que puedan entender. Sin modificar el mensaje mismo, debemos expresarlo de forma tal que pueda ser comprendido. Si no lo hacemos, nos costará mucho lograr que la gente escuche.

El grupo familiar

Hemos dedicado alguna atención a la religión y a la filosofía del tiempo de Pablo, pero ¿qué de las estructuras sociales del mundo grecorromano? Más específicamente, ¿cómo era la familia en el primer siglo?

Para el primer siglo d.C. el matrimonio era principalmente por mutuo consentimiento. El historiador Everett Ferguson describe el matrimonio así: "El consentimiento para vivir juntos constituía el matrimonio en todas las sociedades, y la procreación de hijos era su objetivo explícito. Los matrimonios eran registrados para que los hijos fueran legítimos." [2] Si bien los matrimonios eran monógamos en general, el adulterio era frecuente. El divorcio requería sólo una notificación oral o escrita.

El hombre tenía un papel dominante en la familia. Tenía una autoridad absoluta sobre sus hijos y esclavos. Las esposas permanecían bajo la autoridad de sus padres. Los hombres ocupaban su tiempo en intereses de negocios y salidas sociales como banquetes y los gimnasios que incluían instalaciones para ejercicios, piscinas y salas de conferencias. Estos funcionaban como centros comunitarios.

Cuando faltaba el esposo la esposa podía dirigir sus negocios por él. Sin embargo, administrar el hogar era la responsabilidad primaria de la esposa. Ferguson cita al escritor griego Apolodoro, quien dijo: "Tenemos cortesanos para el placer, criadas para la atención cotidiana del cuerpo, esposas para tener hijos legítimos y para ser guardianes confiables de las cosas en el hogar." [3]

Sin embargo, las mujeres no estaban confinadas necesariamente al hogar. Algunas se ocupaban de cosas tan diversas como la música, la medicina y el comercio. Muchas ocupaban cargos públicos, y algunas tenían posiciones de liderazgo en los cultos religiosos.

Los hijos no eran considerados como parte de la familia hasta que los reconociera el padre. Podían ser vendidos o expuestos si no eran queridos.

Los padres debían encontrar una educación adecuada para sus hijos por su cuenta. Las niñas podían ir a las escuelas elementales, pero no era frecuente. En su mayor parte, aprendían las habilidades hogareñas en casa. Si bien la mayoría de los varones aprendían un oficio en casa o como aprendices, podían pasar por una educación primaria, secundaria o avanzada, dependiendo de su posición social. La memorización mecánica era un elemento clave en la educación primaria. La retórica era el tema más importante en la educación avanzada.

Los esclavos formaban parte de la familia en el imperio romano. Podían ser conseguidos a través de varios medios, incluyendo la guerra, la exposición infantil y la venta de personas para pagar sus deudas. Los esclavos podían trabajar en minas, en templos, en hogares como maestros o en la industria; hasta tenían posiciones elevadas como administradores en la burocracia civil. Los esclavos a menudo ganaban suficiente dinero como para comprar su propia libertad, si bien tenían que seguir trabajando para sus dueños anteriores.

A esta sociedad los apóstoles trajeron nuevas ideas acerca del valor del individuo y las relaciones familiares. Los esposos debían ser fieles a sus propias esposas y debían amarlas como si fueran sus propios cuerpos. Los hijos debían considerarse como mucho más que activos o pasivos económicos. A los amos se les dijo que trataran a sus esclavos con justicia y equidad. Las personas hoy que denigran al cristianismo por ser "opresivo" probablemente no tienen idea de cuánto elevó a las personas en el mundo helenista.

Moralidad social

La instrucción moral en el mundo helenista estaba fundada más en la filosofía y las costumbres que en la religión. La religión era mayormente externa; es decir, era una cuestión de rituales más que de una transformación interna. La filosofía buscaba enseñar a las personas cómo vivir. Los filósofos prestaban mucha atención a cuestiones como la virtud, la amistad y la responsabilidad cívica. [4]

El historiador Everett Ferguson señala que la evidencia de la era grecorromana indica que muchas personas vivían vidas bastante virtuosas. Las inscripciones en las tumbas, por ejemplo, incluyen elogios a esposos y esposas por su bondad y fidelidad. [5]

A pesar de todo esto, la historia revela una cultura moralmente depravada en el primer siglo. Un ejemplo es la inmoralidad sexual. "La gran cantidad de palabras en el idioma griego para las relaciones sexuales," dice Ferguson, "sugiere una preocupación con este aspecto de la vida." [6] Como se notó antes, el adulterio era frecuente. Los hombres solían tener meretrices para el placer físico. La homosexualidad entre jóvenes o entre un hombre mayor y uno menor era aceptado abiertamente. La prostitución en los templos formaba parte de algunos cultos religiosos.

El mundo helenista tenía en baja estima el valor humano. Antes mencioné la exposición infantil como una forma de sacarse de encima a los niños. Los bebés no deseados-más frecuentemente mujeres-eran dejadas sobre la pila de basura o eran abandonadas en alguna parte retirada para que mueran. Podían ser tomadas para ser usadas, vendidas como esclavas o podían servir como prostitutas.

La brutalidad de ese tiempo se puede ver más claramente en los juegos de los anfiteatros romanos. Ferguson señala que: "los anfiteatros de occidente testifican del deseo de sangre bajo el imperio. Los espectáculos de combates entre gladiadores-hombre contra hombre, hombre contra animal, y animal contra animal-atraían multitudes enormes, y reemplazaron el drama griego y el atletismo en su popularidad."[7] Las ejecuciones eran consideradas menos emocionantes que los combates mortales. En consecuencia, cuando se incluían ejecuciones en el programa del día, solían llevarse a cabo típicamente durante el receso del almuerzo. Una de las formas de eliminar a los criminales era vistiéndolos con pieles de animales y arrojándolos a animales salvajes.

Esta brutalidad se extendió a los cristianos en los tiempos de persecución. El Libro de los Mártires de Foxe registra que Nerón hizo arrojar a los cristianos a los animales salvajes. También hizo que los sumergieran en cera, que fueran montados sobre árboles y quemados como antorchas gigantescas en sus jardines. [8]

A este mundo de inmoralidad y brutalidad llegó el mensaje de amor y justicia que se encuentran en Jesús. Como ocurrió con el judaísmo antes, el cristianismo juntó la religión con la moralidad. Reveló la norma de bondad de Dios y el amor sacrificial de Cristo, y brindó el poder de lograr esa norma mediante la obra de regeneración del Espíritu basada en la obra de Cristo en la cruz.

Hoy, la ética y la religión vuelven a estar separados. Y los resultados pueden verse. Pero, como en el primer siglo, los cristianos hoy tienen un mensaje de gracia para nuestra sociedad. Dios no sólo nos dice lo que es bueno, sino también nos permite ser buenos.

El conflicto de los cristianos con la cultura

En la iglesia primitiva, el carácter de los cristianos era muy importante para poder ser oídos y para ganar conversos mientras daban testimonio osadamente de su nueva fe.

¿Cómo eran los cristianos? El escritor de la epístola a Diogneto, escrita probablemente a principios del siglo segundo, decía esto de ellos: "Se casan como todos; tienen hijos, pero no destruyen a su descendencia. Tienen una mesa común, pero no una cama común. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan sus días sobre la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen la ley requerida, y al mismo tiempo sobrepasan las leyes en sus vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos." [9]

Si sus vidas eran de una naturaleza tan ejemplar, ¿qué era que hacía que los cristianos se metieran en tantos problemas? Dos de los factores más importantes eran su falta de disposición para participar en los rituales religiosos y su rechazo a inclinarse ante las imágenes de los emperadores.

Antes mencioné la importancia de los cultos cívicos religiosos en el mundo helenista. La gente creía que los dioses exigían sus sacrificios y otras ceremonias porque en caso contrario estarían enojados y descargarían su ira sobre el pueblo como un todo. El rechazo de los cristianos a participar significaba arriesgarse a hacer enojar a los dioses.

El otro factor era la cuestión del culto al emperador. Cuando Roma conquistó el mundo occidental, los gobernante vieron cuán importante era la religión para la gente. En vez de combatir esto, se aprovecharon de esto poniendo imágenes de emperadores romanos en los lugares de culto, junto con las demás deidades. Esto no era un gran problema para los griegos. Aparte del hecho que los romanos eran sus gobernantes, los griegos no eran exclusivistas en su culto. Adorar a una deidad no impedía adorar a otras también.

Sin embargo, para los cristianos Jesús era el Señor; no podía haber ningún otro dios fuera de Él, y no podían inclinarse ante nadie que se atribuyera autoridad divina, incluyendo al emperador. Sin embargo, dado que en las mentes de los romanos el emperador representaba al estado, rehusarse a inclinarse ante su imagen era ser un enemigo del estado.

Por lo tanto, debido a su rechazo a participar de estas actividades, los cristianos eran llamados ateos y enemigos del estado. Su comportamiento era desconcertante para sus vecinos. ¿Por qué no simulaban simplemente? Como ya noté, la religión no era excluyente. La gente no creía necesariamente en los dioses a quienes hacían sacrificios, de todos modos. Y, dado que no había ninguna conexión entre la religión y la ética, las actividades religiosas de uno no afectaban normalmente su vida moral. Así que, ¿por qué no seguían el juego los cristianos? La razón por la que no podían inclinarse ante los emperadores y los dioses era que la idolatría era el pecado fundamental en la iglesia primitiva.

Los cristianos en la iglesia primitiva tenían que decidir dónde podían conformarse a la sociedad y dónde no. Había una diferencia de opinión entre lo que era apropiado y lo que no era apropiado. Pero era claro que todo el que se identificar como cristiano tenía que trazar la raya en este punto: Jesús es Señor, y no hay otro.

Notas

1. Everett Ferguson, Backgrounds of Early Christianity, 2nd ed. (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1993), 188.

2. Ibid., 68.

3. Ibid., 70-71.

4. Ibid., 303.

5. Ibid., 64.

6. Ibid.

7. Ibid., 94.

8. Foxe's Book of Martyrs, (Old Tappen, New Jersey: Spire Books, 1968), 13.

9. Michael Green, Evangelism in the Early Church (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1970), 136.

Traducción: Alejandro Field


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