Construir puentes para el Evangelio

John A. Studebaker, Jr


John A. Studebaker, Jr., es un trabajador de campo de Probe Ministries. Recibió su B.S. en ingeniería científica de materiales de Michigan State University y su M.Div. de International School of Theology. Actualmente está estudiando para un M.A. en filosofía de la religión y la ética en Talbot School of Theology.



Como cristianos, Dios nos llama a ser embajadores de Cristo. ¡Vaya descripción del puesto! Sin embargo, a fin de cumplir con esta tarea gloriosa, vamos a tener que salir de nuestros círculos cristianos aislados y aprender a salvar la brecha entre la iglesia de Cristo y el mundo de hoy.

¿Qué es un constructor de puentes?

En la universidad hice un curso de ingeniería civil. En la clase aprendimos cómo diseñar una de las estructuras más importantes del mundo: los puentes. Yo creo que los puentes son fascinantes porque están diseñados para unir cosas: masas terrestres, caminos y personas. Encuentro que mi vida como cristiano es emocionante exactamente por la misma razón: porque ahora paso a ser un constructor de puentes para Cristo. Por supuesto, Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5); pero, actuando bajo su autoridad, los cristianos tienen el privilegio de construir puentes también. ¿Qué tipo de puentes quedan aún por construir? Lo no cristianos suelen tener barreras que les impiden considerar a Cristo: barreras intelectuales, culturales y morales. Nosotros podemos ser sus puentes hacia el evangelio. Así como Jesús dejó el cielo para venir y entremezclarse con el mundo pecaminoso, nos ha dejado la gloriosa tarea de penetrar creativamente nuestro mundo con las buenas nuevas. En un sentido, entonces, tal vez no haya un momento en que seamos más como Jesús que cuando estamos salvando la brecha cultural con el evangelio.

¿Cómo se convierte una persona en un constructor de puentes para Cristo? Si bien necesitamos entender de teología y del mensaje del evangelio, también debemos entender lo que creen los no cristianos, cómo piensan, y cómo han sido afectados por la cultura actual. Y luego, como embajadores de Cristo, nos convertimos en el puente entre la iglesia y el mundo al comunicar el evangelio en el contexto de un esquema mental no cristiano.

Creo que la mayoría de las personas hoy consideran que un ministerio transcultural es algo que se realiza en otra nación. Pero Estados Unidos se ha vuelto muy secular, y ha desarrollado una cultura propia en un sentido ideológico-una cultura muy diferente de la cultura de la iglesia. ¡Así que hoy necesitamos ver nuestra cultura norteamericana como un lugar de oportunidades para un ministerio transcultural! Para hacer esto, investigamos las cosmovisiones de nuestra cultura. Según David Hesselgrave, en su libro Communicating Christ Cross- Culturally, "entender la cosmovisión (sistema de creencias) de otra persona es el punto de partida para comunicar el evangelio." [1] Al demostrar que entendemos y nos interesan las creencias de la otra persona, adquirimos credibilidad e integridad ante esa persona-y probablemente una posibilidad de presentar el mensaje cristiano.

Una vez, por ejemplo, estaba compartiendo a Cristo con un estudiante chino. Después que escuché atentamente por cuarenta y cinco minutos acerca de su creencia en el taoísmo y de hacer varias preguntas, finalmente me preguntó: "¿Qué crees tú?" ¡Qué oportunidad para compartir el evangelio! Al aprender a investigar las cosmovisiones de nuestra cultura, hasta comenzaremos a disfrutar hablar con no cristianos.

Un constructor de puentes es una persona que ha hecho un compromiso para entender a personas con trasfondos y creencias diferentes, a fin de hacer que el cristianismo sea relevante para estas personas. A fin de llegar a ser un constructor de puentes, sin embargo, debemos pasar por un proceso que veremos en este artículo. Primero, debemos investigar el tema del aislamiento que se encuentra en muchas de las iglesias de hoy. Luego veremos el modelo de Cristo para el ministerio que vence nuestro aislamiento. Después descubriremos cómo construir puentes hacia el mundo. Finalmente consideramos la necesidad de la educación a fin de construir mejores puentes.

El problema del aislamiento

Imagine que recibe una llamada telefónica que le informa que ha sido elegido para ser el embajador de Estados Unidos en China. ¡Para usted es todo un honor! ¿Cómo se prepararía para la tarea? Seguramente necesitará hacer un estudio intensivo de la cultura y las costumbres chinas. Si simplemente dijera: "No hay problema, ¡soy norteamericano!" y pasara por alto este estudio, vería que es muy ineficaz como embajador.

Ahora imagine que Cristo fuera a llamarlo, como norteamericano, para ser su embajador en Estados Unidos. ¿Cómo se prepararía para esto? Bueno, de hecho es a esto que Cristo nos ha llamado (2 Co. 5:20). Pero, ¿qué pasaría si dijéramos "No hay problema, ¡soy un cristiano!" pero no intentáramos entender nuestra propia cultura?

Es sorprendente que esto es lo que muchas personas en la iglesia actual han hecho. Algunos creyentes de han llegado a evitar toda conexión con el mundo. Jan Johnson, en su artículo en Moody Monthly, "Escaping the Christian Ghetto" ha llamado a estas personas "cristianos de madrigueras." Según Johnson, "A la mañana salen corriendo de sus hogares cristianos seguros, contienen la respiración en el trabajo, corren de vuelta al hogar a sus familias, luego salen para sus estudios bíblicos y finalizan el día orando por los incrédulos que han eludido prolijamente todo el día." [2]

En los inicios de Estados Unidos, los cristianos disfrutaban de discutir filosofía y teología con creyentes e incrédulos por igual. Nueva Inglaterra era una comunidad que fomentaba las inquietudes intelectuales. Sus jóvenes, por ejemplo, estudiaban los clásicos y la Biblia hebrea en profundidad.

Los cristianos de hoy, sin embargo, a menudo son considerados por el mundo como anti-intelectuales, como personas que han dejado de lado sus mentes para ser "espirituales." Pero, con esta mentalidad, somos incapaces de abordar los temas críticos de nuestro tiempo, así que nuestra cultura comienza a mirar a otra parte para las respuestas: por ejemplo, a los humanistas seculares.

¿Cuál es la raíz de este esquema mental de aislamiento? Bueno, muchos creyentes hoy sostienen un punto de vista pietista de la vida cristiana. El pietismo comenzó en el siglo XIX, pero tenía cierta deficiencia. Según Francis Schaeffer, "era 'platónico' porque hacía una división marcada entre el mundo 'espiritual' y el mundo 'material.' No se le acordaba un lugar adecuado a la totalidad de la experiencia humana." [3]

Yo creo que esta visión pietista de la vida cristiana ha extraído la verdadera vida de la experiencia cristiana para muchas personas. Esto se debe a que nuestra espiritualidad nunca "desciende" lo suficiente como para integrarse con el mundo real. Igual terminamos tratando de ser buenos cristianos, pero hay demasiadas áreas de nuestra humanidad que quedan afuera. Ya no parece muy atractivo para los que están investigando la fe por primera vez tampoco. De hecho, ¡algunos incrédulos son espantados!

¿Cómo podemos cambiar este patrón? Debemos quitar esta "división marcada" averiguando cómo funciona nuestra vida espiritual en el mundo físico, desarrollando una cosmovisión bíblica. Al aprender a aplicar la fe cristiana a nuestra propia vida y mundo adquirimos la capacidad de decir a los incrédulos cómo se aplica a sus vidas también, y esto abre la puerta para el evangelio. Pero sin una fe bien pensada no nos sentimos cómodos llevando nuestro mensaje al mercado de las ideas modernas, así que permanecemos aislados. Lo que necesitamos en realidad es un modelo para construir puentes dentro de la complejidad de la cultura actual, un modelo que haga que el cristianismo sea relevante para las vidas de las personas reales. Cristo mismo ha provisto este modelo en una forma completamente asombrosa. ¿Cuál es este modelo?

El modelo de contextualización de Cristo

El modelo está basado en el carácter de Dios. La Biblia nos presenta un Dios que continuamente busca al hombre al entrar en el contexto cultural del hombre. En el Nuevo Testamento encontramos primero a Dios buscando al hombre tomando una forma "contextualizada"-la de un hombre. La contextualización significa identificarse con la parte opuesta, y requiere atravesar barreras culturales a fin de establecer una comunicación.

A través de la encarnación de Cristo, Dios cruzó una "brecha cultural" bastante grande para buscar al hombre, identificarse con el hombre y volverse hombre. Dios tomó nuestro contexto y, al hacerlo, atravesó dos barreras que impedían que el hombre tuviera una relación con Él. ¿Cuáles eran esas dos barreras?

Primero, Cristo atravesó la barrera de la humanidad. Cristo tomó la carne, los patrones culturales, los patrones de pensamiento, las prácticas y la fragilidad asociados con la humanidad. Dejó su mundo y entró a nuestro mundo. Y luego, en segundo lugar, Cristo atravesó la barrera del pecado. Fue a la cruz y se convirtió en pecado por nosotros para que pudiésemos ser perdonados por nuestros pecados y llegar a conocer a Dios personalmente.

No sólo buscó Dios al hombre haciéndose hombre, sino que su compromiso para buscar al hombre continuó después de la muerte y resurrección de Cristo de otra forma. Su modelo de comunicación, que involucraba la contextualización, continúa a través de su pueblo. En 2 Corintios 5:20 vemos que Dios ha llamado a todos los creyentes a ser embajadores para Cristo. ¿Cómo encaramos esta tarea? Siguiendo el modelo de Cristo, y atravesando las mismas dos barreras que atravesó Él. Primero, debemos atravesar la barrera de la humanidad. Motivados por su amor, también debemos entrar en el mundo de los que no son creyentes, buscando entender su contexto, y buscando terrenos comunes. Esto significa que, sin transigir, debemos involucrarnos con las personas reales y con sus necesidades, luchas y dudas intelectuales. Segundo, necesitamos ayudar a las personas a vencer la barrera del pecado. Hacemos esto compartiendo el evangelio dentro de su contexto, de una forma que "tenga sentido" dentro de la estructura cultural y personal de otra persona.

Según Francis Schaeffer, "[un misionero extranjero] debe aprender el lenguaje de las formas de pensamiento de las personas a las que habla. Ocurre lo mismo con la iglesia cristiana. Su responsabilidad no es sólo sostener los principios básicos y bíblicos de la fe cristiana, sino comunicar estas verdades 'dentro' de la generación en la que uno está viviendo." [4]

Ahora dirijamos nuestra atención hacia cómo usar este modelo de construir puentes para el evangelio que Cristo nos ha dado.

Somos los puentes de Dios

Cuando los no cristianos se encuentran con nosotros, ¿qué impresiones les dejamos? ¿Ven simplemente otra "religión," o se encuentran con un cristianismo que es relevante fuera de la iglesia y que tiene sentido racional en cada área de la vida humana?

Así como Cristo tomó el contexto de la carne humana, debemos nosotros entrar en el contexto del mundo de hoy. La base para nuestro ministerio, por lo tanto, no se encuentra sólo en compartir las verdades de la fe cristiana, sino también en usar nuestra propia humanidad como un canal real para describir estas verdades.

La iglesia primitiva siguió repetidamente el modelo de Cristo al construir puentes humanos a fin de comunicar el evangelio dentro del contexto del público. En Hechos 17, Pablo compartió el evangelio con los griegos politeístas y de orientación filosófica de forma diferente que la forma que usó para los judíos monoteístas y de orientación tradicional. A menudo en el Nuevo Testamento ciertos individuos lograron construir puentes gracias a trasfondos culturales comunes. Sus vidas y herencias mismas construían un puente natural. Timoteo, por ejemplo, podía ministrar fácilmente a los griegos de su pueblo natal debido a su herencia griega. En otras ocasiones, sin embargo, no existe ningún terreno común aparente, y tenemos que aprender cómo están pensando los no creyentes y hacer las adecuaciones correspondientes. Por ejemplo, cuando Pablo necesitó que Timoteo lo acompañara en un viaje misionero, hizo que Timoteo se circuncidara. ¿Por qué? Porque iban a entrar en contacto con judíos que consideraban que la circuncisión era muy importante.

Cristo mismo claramente tomó un enfoque contextual hacia el ministerio. En Juan 3, Cristo confronta a Nicodemo, un maestro de la ley, con algunas perspectivas teológicas profundas. Pero en Juan 4, mientras Jesús conversa informalmente con la mujer junto al pozo sobre su pasado inmoral, Él usa el pozo como una simple ilustración del "agua viva" que Él podía brindar. En cada caso, Jesús mostró un auténtico respeto por el trasfondo de la persona y su esquema mental al adecuar el evangelio según correspondía. De igual forma, un embajador de Cristo debe mostrar el máximo respeto por las personas que está tratando de alcanzar y a sus esquemas mentales. Al demostrar una comprensión profunda de la cultura, adquirimos integridad y credibilidad ante nuestro público.

La clave está en que nuestras vidas mismas sean los puentes, o canales, para el evangelio. Cuando Dios creó al hombre le dio dominio sobre el mundo (Gn. 1:28). Dios estaba dando esencialmente a cada persona la tarea de demostrar su carácter en la tierra. Como embajadores de Cristo, Él nos ha dado a cada uno de nosotros áreas específicas en las que podemos convertirnos en canales de su amor y verdad cuando entregamos estas áreas a Él. Estas áreas incluyen nuestros talentos, cargas, campos de educación, habilidades y dones espirituales. No importa si la persona es un ama de casa, un dentista, un doctor, un candidato o un granjero, él o ella necesita hacer un estudio amplio acerca de cómo la verdad bíblica provee un fundamento para la "plataforma" que Dios ha dado. A menudo Dios mostrará a una persona una subcultura específica que sólo él o ella puede alcanzar.

La importancia de la educación

A fin de convertirse en un constructor de puentes entre la iglesia y el mundo, tenemos que ser educados en ambos aspectos, y también sobre cómo integrar los principios bíblicos a la cultura actual. Por lo tanto, convertirse en un embajador eficaz de Cristo requiere conocimiento de las siguientes tres áreas:

Teología

Como constructores de puentes necesitamos desarrollar primero un conocimiento detallado del carácter de Dios, de la Persona de Cristo, y del mensaje de salvación. Al hacerlo, el Espíritu Santo incorpora este conocimiento en nuestras vidas personales y nuestros ministerios. Sin embargo, muchas iglesias hoy han desmerecido la importancia de la teología como una solución real para los problemas de nuestra nación; algunos hasta han adoptado una actitud antiteológica. Según London y Wiseman, en su libro Pastors at Risk, "Hoy las suposiciones que se han tenido durante mucho tiempo sobre la devoción doctrinal ya no se aplican. Cada vez menos personas escogen una iglesia y siguen asistiendo por la enseñanza bíblica o una tradición específica." [5] En cambio, necesitamos desarrollar un hambre por la teología, y por tener una educación teológica. Tal vez quiera comenzar leyendo el libro clásico de J. I. Packer, Knowing God [6] o alguna otra buena obra teológica.

Antropología

También necesitamos entender a las personas de nuestro mundo. Esto incluye la naturaleza bíblica del hombre, las cosmovisiones predominantes hoy, y cómo esas cosmovisiones muestran sus rostros en los medios, actitudes, educación, gobierno, etc. de hoy. También, ¿cuáles son las necesidades de nuestro mundo actual? Hace falta considerar necesidades físicas, emocionales, intelectuales y espirituales. Pero, para abordar estas necesidades, debemos recibir educación. Un libro que recomendaría sería Lifeviews, [7] de R. C. Sproul, que no sólo lo ayudará a entender mejor la cultura norteamericana sino que lo ayudará a llevar su fe a esa cultura.

Contextualización

Al comenzar a dialogar con no creyentes dentro de nuestros propios campos, en realidad aprenderemos a usar esos campos como canales para la verdad bíblica. Los no creyentes necesitan ver que un fundamento bíblico trabaja dentro de su propio campo de interés antes que adopten este fundamento para toda su vida. Así que necesitamos volvernos plenamente educados con relación al fundamento bíblico de nuestro propio campo, sea en las ciencias, comercialización, educación, medicina, ley, crianza de niños, trabajo en la fábrica, etc. Con el tiempo, podrá desarrollar una estrategia específica para el ministerio dentro de su campo de educación y de ocupación, convirtiéndolo en un campo misionero.

Un grupo de abogados, por ejemplo, podría comenzar un programa de defensa legal para la educación cristiana en su área, o podría enseñar una clase de Escuela Dominical sobre "Una base bíblica para la ley y la justicia." Un granjero podría capacitar a laicos sobre cómo comenzar un jardín y abrirlo a la comunidad, describiendo principios bíblicos. Un panel de médicos cristianos podrían dar un curso de educación sexual para estudiantes secundarios y universitarios (incorporando las perspectivas fisiológicas, psicológicas y bíblicas/morales) en la iglesia-abriéndolo a toda la comunidad. Literalmente, el cielo es el límite.

La pregunta que debemos enfrentar, sin embargo, es si este tipo de educación y trabajo duro realmente son importantes para nosotros. ¿Por qué ha perdido la iglesia su lugar como una fuerza dominante dentro de la cultura de Estados Unidos? Simplemente porque los cristianos han dejado de lado este tipo de estudio-y lo han reemplazado frecuentemente por un cristianismo emocional y trivializado.

Piense en hacer un compromiso ante Dios de educarse de forma tal de convertir su campo de ocupación o de educación en un campo misionero. No hay nada más emocionante que vivir una vida modelada según la Encarnación de Jesucristo.

Notas

1. David Hesselgrave, Communicating Christ Cross- Culturally (Grand Rapids: Zondervan, 1978), p. 121.

2. Jan Johnson, "Escaping the Christian Ghetto," Moody Monthly (Nov. 1987), pp. 81-82.

3. Francis A. Schaeffer, The Complete Works of Francis A. Schaeffer, 5 vols. (Westchester, Ill.: Crossway Books, 1982), vol. 5, p. 424.

4. Ibid., vol. 1, p. 207.

5. H.B. London and Neil Wiseman, Pastors at Risk (Wheaton, Ill.: Victor Books, 1993), p. 36

6. J.I. Packer, Knowing God (Downers Grove, Ill.: Intervarsity Press, 1973).

7. R.C. Sproul, Lifeviews (Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell, 1986)

Traducción: Alejandro Field


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