La apologética y el evangelismo

James F. Williams


James F. Williams es el fundador y ex presidente de Probe Ministries International, y actualmente sirve como ministro itinerante. Ha recibido títulos en Southern Methodist University (B.A.) y Dallas Theological Seminary (Th.M.). También ha realizado estudios interdisciplinarios doctorales (a.b.d.) en humanidades en University of Texas at Dallas. Durante los últimos treinta y cinco años ha viajado, ha dado conferencias y ha asesorado en más 180 universidades de Estados Unidos, Canadá, Europa y la ex Unión Soviética. También ha servido en las facultades de institutos de estudio bíblico norteamericanas, latinoamericanas y europeas. Jimmy puede ser contactado por correo electrónico en jwilliams@probe.org.

Hoy, como nunca antes, se les pide a los cristianos que den razón de la esperanza que está en ellos. A menudo, en el contexto evangélico los buscadores plantean preguntas acerca de la validez del mensaje del evangelio. El hecho de quitar las objeciones intelectuales no hará que uno se convierta en cristiano; es necesario también un cambio de corazón provocado por el Espíritu. Pero, aunque la actividad intelectual sea insuficiente para traer a otra persona a Cristo, no se deduce de aquí que también sea innecesaria. En este ensayo vamos a examinar el lugar y el propósito de la apologética al compartir nuestra fe con otros.

La palabra "apologética" en realidad nunca aparece en la Biblia. Pero hay un versículo que contiene su significado:

Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:15).

La palabra griega apologia significa "respuesta," o "defensa razonable." No significa disculparse, ni significa entrar simplemente en un diálogo intelectual. Significa proveer respuestas razonables a preguntas honestas y hacerlo con humildad, respeto y reverencia.

El versículo, por lo tanto, sugiere que la forma en que uno hace apologética es tan importante como las palabras expresadas. Y Pedro nos dice en este pasaje que los cristianos deben estar siempre listos con las respuestas para aquellos que nos pregunten acerca de nuestra fe. La mayoría de los cristianos tienen una gran cantidad de estudio por delante antes que este versículo sea una realidad práctica en sus esfuerzos evangelísticos.

Otra pregunta que surge frecuentemente en una discusión acerca de los méritos y el lugar de la apologética es, "¿Cuál es la relación de la mente con el evangelismo?" "¿Juega la mente algún papel en el proceso?" "¿Y qué ocurre con los efectos de la caída?" "¿No está el hombre muerto en sus delitos y pecados?" "¿Acaso no dice la Biblia que no debemos saber cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado?" "¿Por qué tenemos que involucrarnos en la apologética si el Espíritu es Quien en realidad provoca el Nuevo Nacimiento?"

Creo que estarán de acuerdo conmigo en que hoy hay muchos cristianos que están firmemente convencidos que contestar preguntas intelectuales de los incrédulos es una pérdida ineficaz de tiempo. Sienten que cualquier participación de la mente en el intercambio del evangelio huele demasiado a esfuerzo humano y en realidad sólo diluye la obra del Espíritu.

Pero el cristianismo prospera con la inteligencia, no con la ignorancia. Si ha de haber una verdadera Reforma que acompañe el avivamiento por el cual muchos de nosotros oramos, debe ser algo de la mente además del corazón. Fue Jesús que dijo, "Ven y ve." Él nos invita a escudriñar y a investigar, tanto antes como después de la conversión.

Debemos amar a Dios con la mente además de con el corazón y el alma. De hecho, la iglesia primitiva fue poderosa y exitosa porque pensaba y amaba más y mejor que el mundo antiguo. No estamos haciendo ninguna de estas cosas demasiado bien hoy día.

Razonando y Persuadiendo

La mayoría de los cristianos hoy prefieren experimentar el cristianismo a pensarlo o explicarlo. Pero considere estos versículos:

Mateo 13:23: "Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto." Todos la oyeron, pero sólo la "buena tierra" la comprendió.

Hechos 8:29-31: "Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate al carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?"

Hechos 18:4: Pablo en Corinto "discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos."

Hechos 19:8: Pablo en Éfeso, "entrando en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios."

Romanos 10:17: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios." Nuevamente el énfasis está en oír con percepción.

2 Corintios 5:11: "Persuadimos a los hombres," dice Pablo. Vine’s Expository Dictionary describe la palabra griega de la siguiente forma: "aplicar persuasión, prevalecer sobre o convencer, provocando un cambio de mente a través de la influencia de la razón o por consideraciones morales."

Todas estas palabras – persuasión, diálogo, discurso, disputa, argumentar, presentar evidencia, razonar con – son vehículos de comunicación y están en el corazón del modelo evangelístico clásico de Pablo. ¿Puede haber una fe salvadora sin comprensión? ¿Puede haber comprensión sin razonamiento? La Biblia parece decir que no. Pablo estimula a los creyentes en 2 Timoteo 2:15 a estudiar para presentarnos a Dios aprobados, como obreros que no tengamos de qué avergonzarnos.

J. Gresham Machen, un gran erudito cristiano, dijo las siguientes palabras en 1912 a un grupo de jóvenes en Princeton Seminary:

Sería un gran error suponer que todos los hombres están igualmente preparados para recibir el evangelio. Es cierto que el tema decisivo es el poder regenerativo en relación con ciertas condiciones anteriores para la recepción del evangelio . . . No quiero decir que la remoción de objeciones intelectuales hará que un hombre se vuelva cristiano. Ninguna conversión jamás fue producida por una discusión. Es necesario también un cambio de corazón . . . pero debido a que la labor intelectual es insuficiente no se deduce de esto que sea innecesario. Dios puede, es cierto, vencer los obstáculos intelectuales mediante un ejercicio inmediato de Su poder regenerativo. A veces lo hace. Pero lo hace muy raramente. Usualmente Él ejerce Su poder en conexión con ciertas condiciones de la mente humana. Usualmente Él no conduce al reino, completamente sin preparación, a aquellos cuya mente e imaginación están completamente contaminados con ideas que hacen que la aceptación del Evangelio sea lógicamente imposible.

Si estas palabras eran ciertas en 1912, ¿cuánto más necesarias son hoy?

Respuestas Individuales

Las personas responden al evangelio por varias razones – algunas a partir del dolor o de una crisis, otras a partir de una necesidad emocional como la soledad, la culpa, la inseguridad, etc. Algunos lo hacen por temor al juicio divino. Y el llegar a conocer a Cristo trae un proceso de sanidad y esperanza a la experiencia humana. Conocer a Cristo es encontrar consuelo para el dolor, aceptación para la inseguridad y la baja autoestima, y perdón para el pecado y la culpa.

Y otros parecen tener cuestiones intelectuales que bloquean su apertura a aceptar la credibilidad del mensaje cristiano. Estos finalmente encuentran en Cristo las respuestas a sus dudas y preguntas intelectuales.

Quienes hoy están involucrados activamente en el evangelismo reconocen fácilmente la necesidad de este tipo de información para testificar a ciertas personas, y hoy hay muchas más personas que dudan y escépticos ahí afuera que lo que había veinte años atrás.

Podemos ver más claramente dónde estamos como cultura mirando detenidamente el mundo de Pablo en el primer siglo. Los primeros comienzos del cristianismo florecieron en una cultura grecorromana más pornográfica y brutal que la nuestra. Y encontramos que Pablo adaptaba su enfoque de grupo en grupo.

Por ejemplo, él esperaba que algunas cosas estuvieran en su lugar cuando se acercaba a comunidades y sinagogas judías de pueblo en pueblo. Él sabía que encontraría un grupo que ya tenía ciertas creencias que no estaban en contradicción con el evangelio que él predicaba. Eran monoteístas. Creían en un Dios. También creían que este Dios les había hablado en sus Escrituras y les había dado pautas morales de comportamiento (los Diez Mandamientos).

Pero cuando Pablo iba a la comunidad de los gentiles, no tenía las mismas expectativas. Ahí él sabía que se encontraría con una cultura que era politeísta (muchos dioses), bíblicamente ignorante, y que vivía todo tipo de estilos de vida pervertidos y malvados. Y en la colina de Marte en Atenas, cuando predicó el evangelio, modificó bastante su enfoque.

Habló de Dios más en términos de Su presencia y poder, y hasta citó una verdad de un poeta griego a fin de conectarse con estos "paganos" y hacerse entender: "Porque linaje suyo somos" (Hechos 17:28).

Cien años atrás, la gran mayoría de los estadounidenses reflejaba la mentalidad judía, creyendo en Dios, teniendo un respeto básico por la Biblia, y con fuertes convicciones acerca de los que estaba bien y lo que estaba mal.

Ese tipo de estadounidense todavía puede encontrarse en la década del 90, pero George Gallup dice que no están teniendo mucho impacto en la comunidad pagana o gentil, que hoy sostiene pocas creencias que sean compatibles con el cristianismo histórico.

A fin de evangelizar a tales personas, tenemos un trabajo por delante. Y tendremos que usar tanto nuestras mentes como nuestros corazones para "a todos hacernos de todo, para que de todos modos salvemos a algunos."

Una Variedad de Enfoques

Al considerar cómo nosotros, como cristianos, podemos tener un impacto en nuestra sociedad cada vez más fragmentada, necesitamos tener presente que muchos no comparten nuestra visión cristiana del mundo, y algunos son abiertamente hostiles a ella.

De hecho, un profesor universitario comentó recientemente que él creía que el principal impedimento al progreso social actualmente era lo que él llamaba la comunidad intolerante y dogmática cristiana. Esos somos tú y yo, ¿sabes?

Si tan sólo pudiéramos "aflojarnos un poco," y transigir en algunos temas, los Estados Unidos sería un lugar más feliz. Lo que se quiere decir con esto no es sólo un pedido de tolerancia . . . ¡sino la aceptación total del estilo de vida y las elecciones personales de cualquier persona!

Pero la Biblia nos llama a ser "sal y luz" en nuestro mundo. ¿Cómo podemos serlo efectivamente? Yo no tengo una respuesta completa, pero les diré, después de un ministerio de más de 30 años, lo que no está funcionando. Y, según mi observación, hay demasiados cristianos que están tratando de abordar los temas horrorosos de nuestro día con uno de tres enfoques muy poco efectivos.

Enfoque Defensivo

Muchos cristianos allá afuera básicamente están haciendo la siguiente pregunta, "¿Cuán fuertes son nuestras defensas?" "¿Qué tan altas son nuestros muros?" Esta actitud de barricada ha producido gran parte de la subcultura cristiana. Tenemos nuestro propio idioma, literatura, héroes, música, costumbres y sistemas educativos.

Por supuesto, necesitamos lugares de apoyo y de comunión. Pero cuando Pablo describe la guerra espiritual en 2 Corintios 10, en realidad invierte el cuadro. Es el enemigo el que está detrás de los muros, adentro de las fortalezas de error y de maldad.

Y Pablo describe a los cristianos como aquellos que deberían estar montando la ofensiva contra estas paredes para derribar las cosas altas que se han exaltado por encima del conocimiento de Dios. Debemos tomar el terreno y no solamente mantenerlo.

Enfoque Derrotista

Otros cristianos ya se han dado por vencidos. Las cosas están tan mal, dicen, que mis esfuerzos insignificantes no van a cambiar nada. "Después de todo, estamos viviendo en los últimos días, y Jesús dijo que las cosas simplemente se volverían cada vez peores."

Esto puede ser cierto, pero tal vez no. Jesús dijo que nadie sabe el día o la hora de Su venida. Martín Lutero tenía la idea correcta cuando dijo, "Si Jesús fuera a venir mañana, plantaría un árbol hoy y pagaría mis deudas." Puede ser que el Señor esté cerca, y también podría demorarse un tiempo. Dado que no lo sabemos con certeza, deberíamos estar tratando de prepararnos, nosotros y nuestros hijos, para vivir para Él en el mundo del microchip del siglo XXI.

Enfoque Devocional

Otros cristianos están tratando de decir algo acerca de su fe, pero lamentablemente sólo pueden compartir su experiencia religiosa. Es cierto que Pablo habla de nosotros como "cartas conocidas y leídas" por todos los hombres. Nuestra vida y experiencia con Cristo son un testimonio válido. Pero hay otros allá afuera en la cultura con vidas "cambiadas" . . . ¡y no fue Jesús quien hizo el cambio! El evangelismo hoy debe ser algo más que "intercambiar" experiencias. Debemos aprender cómo fundar nuestra fe en los hechos de la historia y en las afirmaciones de Cristo. Debemos lograr que otros luchen con Jesucristo y no sólo con nuestra experiencia.

La Apologética y el Evangelismo

Quiero concluir este ensayo con algunos principios muy importantes a tener en cuenta si queremos ser eficaces en conseguir que otros lleguen a conocer a Cristo a través del testimonio individual.

  1. Vaya hacia las personas. El corazón del evangelismo consiste en cristianos tomando la iniciativa para efectivamente salir y "pescar hombres." Hechos 17:17 describe para nosotros cómo era efectivo Pablo en su tiempo: "Así que discutía en la sinagoga con los judíos y los piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían."
  2. Comuníquese con las personas. Relaciónese con ellas. Compartir el Evangelio involucra comunicación. La gente debe concentrarse y luego debe entender el Evangelio para responder a él. Es nuestra responsabilidad como cristianos hacer que sea lo más claro posible para todos los que quieran oír. "Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres" (2 Cor. 5:11).
  3. Relaciónese con la personas. El testimonio efectivo involucra no sólo la transmisión de información bíblica; también incluye el establecimiento de una relación con la otra persona. Los corazones, además de las mentes, deben encontrarse. "Tan grande es nuestro afecto por vosotros," decía Pablo a los Tesalonicenses, "que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos" (1 Tes. 2:8).
  4. Quite las barreras. Parte de nuestra responsabilidad involucra tener las habilidades para eliminar obstáculos, reales o imaginados, que impiden a un individuo tomar en serio el mensaje cristiano. Cuando Dios envió al profeta Jeremías, le dijo, "He aquí he puesto mis palabras en tu boca . . . te he puesto . . . para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar." A veces nuestra tarea es también una de "demolición espiritual," de quitar lo falso para que las semillas de la verdad puedan echar raíces. La apologética a veces cumple ese propósito, el de preparar el camino para Dios en la vida de una persona.
  5. Explique el evangelio a otros. Necesitamos un ejército de cristianos hoy que puedan presentar consistente y claramente el mensaje a la mayor cantidad de personas posible. Lucas dice de Lidia, "El Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía" (Hechos 16:14). Hay cuatro elementos esenciales al compartir el evangelio:
    • alguien que habla (Pablo)
    • algo dicho (el evangelio)
    • alguien que escucha (Lidia)
    • el Señor abriendo el corazón
  6. Invite a otros a recibir a Cristo. Podemos ser claros en nuestra presentación, pero ineficaces porque no llegamos a darle a alguien la oportunidad y el aliento para que tome ese primer paso de fe. "Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios" (2 Cor. 5:20).
  7. Haga todo esfuerzo y por todos los medios para establecerlos en la fe. Quédese con ellos, Arráiguelos en las Escrituras, ayúdelos a ganar confianza de su salvación, y haga que sean activos en una comunidad o iglesia vital.

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