Navidad en Sudán

William L. Saunders


William L. Saunders es un abogado dedicado a derechos humanos en Washington, D.C.

Pasé la última Navidad en Sudán. Como saben los lectores de esta revista (ver Paul H. Liben, "Murder in Sudan," August/September 1995, y Joseph R. Gregory, "African Slavery 1996," May 1996), Sudán es una tierra de asesinatos, esclavitud y hambre generados por el hombre; una tierra donde un gobierno brutal y tiránico combate a su propio pueblo, especialmente los grupos étnicos cristianos y animistas negros del sur. Además, el gobierno intimida y acosa a las personas del norte que se oponen a sus violaciones de los derechos humanos.

En particular, ha emprendido una larga campaña para intimidar a la iglesia católica romana. Ha arrestado al arzobispo de Jartum este verano pasado con cargos fraguados, y periódicamente arrasa escuelas católicas construidas en campos de refugiados que rodean la ciudad de Jartum. El gobierno ha arrestado también-y aparentemente ha torturado-a dos sacerdotes cuyo "juicio" está siendo objetado ampliamente por grupos de derechos humanos. El gobierno de hecho está amenazando crucificar a los sacerdotes.

Como abogado dedicado a los derechos humanos, he estado preocupado profundamente por la situación de los derechos humanos en Sudán por varios años. Hace dos años, me encontré con Macram Max Gassis, el obispo católico romano de una parte sitiada del país, cuando vino a Washington para protestar por el asesinato y la esclavitud de sus pueblo. El otoño pasado me invitó a acompañarlo en su visita pastoral para la Navidad. La diócesis del obispo es gigantesca, más de dos veces el tamaño de Italia. Planeaba visitar dos partes de su diócesis donde el sufrimiento era muy grande: las montañas Nuba y Bahr el-Ghazal, al norte.

Fuimos primero a las montañas Nuba. (Debo mantener en secreto el lugar preciso por razones de seguridad.) La región de las montañas Nuba, que tiene el tamaño de Escocia, está especialmente aislada. Si bien la mayor parte de la resistencia al gobierno está localizada en el sur, las montañas Nuba están "al norte del sur," hacia el centro del país. El pueblo ahí está, de hecho, rodeado por fuerzas del gobierno, y aislado de las principales fuerzas de la resistencia. Las montañas Nuba también están ubicadas al norte de una región de reservas de petróleo que el gobierno, en medio de sus políticas económicas domésticas fracasadas, está intentando desarrollar desesperadamente (a fin de obtener divisas extranjeras para proseguir, a su vez, la guerra contra sus ciudadanos).

Por estas razones, el gobierno de Sudán se ha propuesto "despoblar" las montañas Nuba y el pueblo negro Nuba (para reemplazarlos por tribus musulmanas). Según aparece detallado en una gran cantidad de informes, como el del Comité para Refugiados de Estados Unidos en diciembre de 1998, el objetivo del gobierno es forzar a la gente fuera de su tierra hacia "campamentos de paz," donde se los fuerza a convertirse al islamismo o morirse de hambre. El gobierno se rehusa permitir que llegue a las montañas Nuba la operación de ayuda contra el hambre apoyado por la ONU, Operation Lifeline Sudan. El hambre, entonces, es una amenaza constante. En consecuencia, el obispo Gassis trabaja incansablemente para llevar provisiones, incluyendo semillas y arados, sal, jabón y ropa usada.

Volamos a Sudán en forma secreta, a una pista de aterrizaje secreta, evitando guarniciones del gobierno en el camino. Los soldados de la resistencia, incluyendo uno llamado Muhammad Ali, estaban esperando nuestro avión. Ellos mantienen la pista de aterrizaje y coordinan el transporte de las provisiones que trae el obispo. El obispo, gracias a su protesta incansable contra las prácticas del gobierno, es considerado un enemigo por el gobierno, quien ha emitido una orden de arresto contra él. Por estas mismas razones, es un héroe para los Nuba. En consecuencia, la resistencia le ofrece seguridad cada vez que está en las montañas. Adonde íbamos, éramos acompañados por guardias armados, que también vigilaban nuestro complejo por la noche.

Una vez que estuvimos en tierra, fue necesario descargar rápidamente. Los aviones del gobierno patrullan los cielos y nos habrían bombardeado si nos detectaban. Inmediatamente iniciamos una caminata agotadora de varias horas, sobre un terreno seco y rocoso, para llegar a la base central de la aldea/parroquia.

Las "aldeas" en las montañas Nuba en realidad están formadas por grupos de chozas desparramadas en un área grande. Esto es necesario a fin de evitar ser detectado y bombardeado por los aviones del gobierno. Las chozas mismas son difíciles de ver porque están hechas de barro y cañas, y se fusionan bien con los alrededores.

Poco después de nuestra llegada, un grupo de la parroquia del obispo llegó para saludarlo cantando, bailando y tocando tambores. Esto fue repetido por otros grupos a lo largo de los próximos días. A veces venían de aldeas locales, y a veces de aldeas a muchas horas (aún muchos días) de distancia. Siempre había gozo. Cantaban canciones desconocidas e himnos cristianos; tocaban tambores hechos de troncos, tazas de café y fragmentos de metralla vacíos; llevaban palos de madera y cruces caseras. Al ver su gozo ante la presencia de su obispo "proscrito," vinieron a mi mente las palabras del evangelio: "Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos"(Lucas 6:22-23).

El día siguiente fuimos hicimos una larga caminata para ver una nueva escuela que estaba haciendo construir el obispo. En el camino, cruzamos el lecho de un río. Aunque el período lluvioso había terminado apenas un mes antes, el río estaba ya completamente seco. Encontrar agua es difícil en las montañas. Si bien la región de las montañas Nuba es el hogar ancestral del pueblo Nuba, las tropas del gobierno y las tribus musulmanas aliadas los han forzado a subir más arriba en las montañas, lejos de sus pastizales y pozos de agua tradicionales. (El gobierno envenena sus pozos de agua cada vez que los encuentra.) Sin herramientas, se ven forzados a cavar pozos a mano, aunque a veces pueden usar fragmentos de metralla para cavar. En este lecho de río, la gente había cavado uno de estos pozos. Tenía unos dos metros de profundidad. Como lo usan tanto las personas como los animales, a menudo está contaminado, y la gente sufre de muchas enfermedades como consecuencia.

Los edificios de la nueva escuela están hechos de ladrillos de barro, para el camuflaje. La escuela carece de sillas y escritorios; se usan ramas de árboles en cambio. Los maestros también necesitan desesperadamente libros, papel y lápices.

Los maestros y los estudiantes se reunieron para recibir al obispo. Debido a la destrucción de escuelas por parte del gobierno, ha habido poca educación disponible en la región durante los últimos seis años, así que algunos de estos alumnos de primer y segundo grado son más grandes de lo acostumbrado. Los niños cantaron "Estoy tan feliz hoy" para recibirnos. Plantamos árboles para brindar sombra y protección, y como un símbolo de esperanza. Como nos dijo uno de los maestros: "Lo que es importante en medio de la guerra civil y la persecución es la educación. Sin ella, los jóvenes están perdidos. Y ellos son el futuro de nuestro pueblo."

Durante los días previos a la Navidad, tuve la oportunidad de encontrarme con muchas personas que vivían en esa región. Aproximadamente la mitad son animistas, y el resto está dividido en partes iguales entre cristianos y musulmanes. Viven en paz entre sí, en lo que el obispo llama "un diálogo vivo." El comandante de las fuerzas de resistencia en la región es musulmán, mientras que algunos de sus hermanos son cristianos. La gente de las montañas Nuba son, como dijo el comandante, "una generación de reconciliación." Dado que algunos niños musulmanes asisten a su escuela, el obispo está buscando un maestro musulmán para su clase de "catecismo."

Esta es la tragedia de Sudán en pocas palabras. El gobierno busca destruir a los Nuba, sean cristianos, animistas o musulmanes. Los cristianos y los animistas son "infieles," en tanto que los musulmanes locales, al ser tolerantes y pacíficos, no son "buenos" musulmanes, desde el punto de vista del gobierno. Mientras que el gobierno intenta, en nombre del islamismo, destruir la iglesia católica, la iglesia misma, respetando la libertad de conciencia de todos los Nuba, asegura que las creencias religiosas de los niños musulmanes sean respetadas en sus escuelas. Esta es una guerra en la que la tolerancia y el odio están enfrentados contra el amor y el "diálogo vivo." Como dijo un musulmán que trabaja en la escuela católica: "Si la iglesia católica está aquí, seré libre."

El obispo celebró la misa al aire libre en la víspera de Navidad. Durante la misa, se me ocurrió que la primera Nochebuena en Palestina tiene que haber sido muy parecida-un paisaje rural, campesinos, entre moradas "modestas," con el mugir del ganado, y las estrellas arriba (incluyendo una estrella fugaz del este).

En Navidad, toda la gente se reunió en la Catedral de San Pedro y San Pablo para celebrar la misa. No hay muchas catedrales como esta. No es un edificio, sino está compuesta más bien por "columnas" de sicómoros que ofrecen camuflaje de los aviones del gobierno. Debajo de los árboles, en una hondonada, nos reunimos con tal vez mil parroquianos.

Fue una ocasión realmente festiva. La gente estaba vestida con ropa colorida (si bien andrajosa); muchos tenían flores o cintas decorativas en su cabeza o había trenzado su cabello con diseños llamativos. Algunos llevaban delicadas cruces de madera; otros tenían cruces cocidas en su ropa. Había cien personas para ser bautizadas y cuarenta para ser confirmadas. (¡Durante el último servicio de Pascua, el obispo bautizó a quinientas personas, confirmo a cuatrocientas y realizó sesenta bodas!)

Durante el servicio, el obispo recibió un mensaje de la resistencia. Habían interceptado un mensaje de los militares-habían enviado a los aviones a bombardear. ¿Qué hacer? Estábamos bien ocultos bajo los árboles y tal vez los aviones no nos encontrarían. En el silencio, el obispo declaró: "No dejaremos que perturben la misa." Nos pidió que oráramos.

El bombardeo de amedrentamiento es algo que ocurre literalmente todos los días en Sudán. Según informes de grupos de derechos humanos, el gobierno bombardea rutinariamente hospitales y campamentos de refugiados en el sur. En las montañas Nuba busca sembrar el terror bombardeando objetivos civiles indiscriminadamente, con la esperanza de forzar a la gente a salir de su tierra hacia los "campamentos de paz." Deja caer bombas en racimo y bombas de esquirlas. Lo hace aun en Navidad, y aun durante el mes santo de Ramadán. Cada vez que uno oye un avión, corre buscando protección-sólo el gobierno tiene aviones y, como dijo un anciano, "si ven personas bailando o recogiendo comida, o haciendo cualquier cosa, bombardean." El alto de fuego que estuvo vigente en la mayor parte de Sudán hasta el 15 de enero no se aplicó a las montañas Nuba, lo que permitió que el gobierno concentrara su bombardeo en esa región.

Afortunadamente, los aviones no nos encontraron y la misa no fue interrumpida. ¡Cómo uno experimenta de forma diferente la liturgia en un lugar como éste! Las frases, bien memorizadas, pronunciadas frecuentemente, aquí penetran la conciencia y rasgan el alma. "Señor, protégenos de la ansiedad." "Oremos por la paz." "No mires nuestros pecados sino según la fe de tu Iglesia." En el día de Navidad, la lectura del Antiguo Testamento era de Isaías 52:7-"¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas!" Estas palabras fueron pronunciadas y oídas con una gran emoción y sentimiento.

El servicio de Navidad finalizó con representantes del pueblo que traían regalos al obispo-calabazas, un gallo, trigo-mientras cantaban. "Tú traes la luz del mundo; danos una bendición." Aquí, en un verdadero espíritu navideño, la gente que tenía muy poco daba libremente.

Esa noche, la celebración de la Navidad continuó. (No hubo ninguna amenaza de bombardeo ya que los aviones, ante un largo viaje de vuelta a su base, dejan la región a la media tarde.) Hubo mucho baile, acompañado por himnos cristianos, y lucha libre, el deporte "nacional." También hubo una "dramatización de misterio" medieval, que contaba, usando expresiones locales y humorísticas, la historia de Lázaro y el rico.

Dejamos las montañas Nuba unos días después para viajar a Bahr el-Ghazal. El día que partimos el gobierno bombardeó una aldea Nuba en la diócesis del obispo porque, como dijo él, "estaba floreciendo." Bombardearon la iglesia y la escuela. "Ahora debemos comenzar todo de nuevo." Cuando las tropas del gobierno arrasaron otra aldea, se llevaron la madre y los hijos del soldado musulmán que mencioné antes, Muhammad Ali.

No había habido sacerdotes por más de veinte años en la región que visitamos en Bahr el-Ghazal. (El sur de Sudán es aproximadamente 45 por ciento cristiano.) Por lo tanto, cuando llegó nuestro avión la pista de aterrizaje estaba rodeada por cientos de personas. Cantaban "Aleluya" y "Gozo al mundo," y había vario grupos que marchaban llevando cruces de madera. Una banda nos recibió. La gente llevaba estandartes de bienvenida. Un cartel aludía a Isaías 18:2 (que muchos eruditos creen se refiere a la tierra de Cus o Nubia, que es Sudán)-"Tu pueblo guerrero, alto y de tez brillante te da la bienvenida." En el camino a nuestro campamento, la gente iba corriendo adelante, detrás y al costado de nuestra camioneta.

El obispo se reunió con sus catequistas. Además de mantas y mosquiteros, necesitan desesperadamente libros y Biblias. Como dijo uno: "Ha pasado tanto tiempo, que casi nos hemos olvidado las palabras." Muchas de las catequistas eran mujeres. Esto no es sorprendente, ya que una cosa que enfatiza siempre el obispo en sus reuniones con los sacerdotes y catequistas es la promoción de las mujeres (junto con la educación y el ecumenismo). También insiste en que las niñas asistan a sus escuelas. Como mencionó una mujer: "Las mujeres de esta tierra fueron ignoradas hasta que llegó la iglesia católica."

Los catequistas cumplen el papel vital de mantener viva la iglesia, asegurándose de que reciba alimento a pesar de la persecución. Tal vez los occidentales no se den cuenta, pero la iglesia de Sudán tiene raíces apostólicas-fue fundada por el diácono Felipe cuando evangelizó al eunuco de la corte de Candace, es decir Nubia (Sudán). Muchos sudaneses con quienes hablé estaban orgullosos porque su país "fue cristiana antes que Europa." La invasión del islamismo y los árabes aisló a la iglesia de las demás iglesias cristianas, de forma que se marchitó. Los catequistas, como los que conocimos, se han propuesto que no ocurra esto de nuevo. Durante más de veinte años, han mantenido viva la fe a pesar de la ausencia de sacerdotes. Son, como dijo el obispo, "héroes del amor." Varios han sido asesinados, la mayoría han sido perseguidos, y algunos han sido torturados pero han escapado. Uno de estos últimos me dijo que sus captores se mofaban de él: "Conviértete o muere como Jesucristo."

En el almanaque de la iglesia, el 28 de diciembre es la fiesta de los Santos Inocentes, y conmemora la matanza de los niños-mártires de Belén por el rey Herodes. Esa tarde conocimos sus equivalentes modernos-los "niños redimidos." Eran niños Dinka, de nueve a trece años, que había sido raptados y esclavizados por milicias o tribus musulmanas, y que habían escapado o habían sido "redimidos" de sus captores por un precio. Algunos había sido raptados cuando sólo tenían seis años; algunos habían pasado doce años en la esclavitud. En general, sus padres habían sido muertos ante sus ojos. Todos eran huérfanos ahora; algunos eran tan chicos cuando fueron raptados que no podían encontrar el camino a su casa; muchos no conocían sus nombres de pila. Algunas de las niñas habían sido violadas. Todos los niños habían sido severamente maltratados. En una escena cuyo horror es difícil de transmitir, los niños nos mostraron dónde había sido marcado cada uno de ellos, como se marcan los animales, en la frente o en el brazo. (Hay informes muy difundidos que dicen que los niños raptados son vendidos también en un mercado de esclavos internacional.)

Conocimos a setenta de estos niños. El obispo se ocupa de ellos, asegurándose de que tengan ropa, comida, casa y educación. A pesar de su sufrimiento, irradian esperanza. Al obispo le cantaron: "Tú eres nuestro vínculo con los apóstoles, y nos traes la Navidad."

Uno de los ancianos me dijo: "Si nos rendimos al gobierno, seremos esclavos en nuestra propia tierra. Hemos oído acerca de los derechos humanos en la radio. ¿Por qué, si hay derechos humanos, no nos ayuda el mundo?"

En diciembre de 1998 fue el aniversario número cincuenta de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, una ocasión que se discutió en una declaración del Ramsey Colloquium, del cual soy miembro. (Ver "On Human Rights," FT, April 1998.) La Declaración es, en sus insistencia en la dignidad de cada persona, una protesta contra la barbarie de la primera mitad del siglo veinte. Sin embargo, en el final mismo de ese siglo, hay grupos étnicos, culturales y religiosos que están siendo aniquilados por el gobierno de Sudán, mientras el mundo, ocupado en celebrar la Declaración Universal, le presta poca atención. ¿Cómo se explica este silencio? ¿Qué se le dice a una víctima?

Todo lo que puedo decir es esto: la situación en Sudán no es irremediable. La gente ahí no ha renunciado a la esperanza, y sería un crimen si lo hiciéramos nosotros. Pero también debemos actuar. Requeriría un esfuerzo relativamente pequeño de la ONU o de una coalición de gobiernos preocupados detener los bombardeos de amedrentamiento e insistir que la comida sea entregada cada vez que sea necesario en el lugar necesario. (Esto podría lograrse, con un riesgo mínimo, estableciendo una zona sin vuelos en el sur y en las montañas Nuba. El gobierno sudanés tiene muy pocos aviones.) Eso detendría la amenaza del hambre, y permitiría que los pueblos sitiados pudieran reconstruir y estabilizar sus vidas. (Puede ser posible un acuerdo político, pero tendría que ser una paz justa, y no una máscara para la tiranía del gobierno de Sudán.) A mí me parece que, si el mundo no puede encontrar la valentía para hacer esto, entonces la Declaración Universal de Derechos Humanos será simplemente palabras sobre el papel después de todo.

(Nota del editor: El Centro para la Libertad Religiosa (Center for Religious Freedom) en Washington, D.C., está llevando a cabo una "Campaña de conciencia" para Sudán mediante la organización de protestas en las universidades, vigilias de oración y una campaña masiva de e-mails al Congreso. Para más información, llamar al 202-296-5101.)

Traducción: Alejandro Field


Copyright © 1999 First Things. Published 93 (May 1999): 13-16.