Coraje a 12.000 metros

Beth J. Lueders


Beth J. Lueders es una escritora independiente que vive en Colorado Springs, Colorado.



"Todd siempre fue una persona calmada en las crisis, pero les aseguro que nunca había enfrentado la muerte antes.” – Lisa Beamer

Las palabras hoy inmortales de Todd Beamer resuenan en todo el mundo: “¿Están listos? Echemos a rodar.” Serenamente, el vendedor de software de 32 años finalizó su llamada telefónica del 11 de setiembre con un operador de GTE Airfone desde el vuelo 93 de United.

La señal de “echar a rodar” era una que solía dar a su esposa, Lisa, y a sus dos hijos, David (casi 4) y Drew (casi 2), cuando la familia se preparaba para salir de su casa en Cranbury, New Jersey. Pero ese martes por la mañana, las palabras de Todd convocaban a un puñado de pasajeros para que tomaran por asalto a sus atacantes.

Los momentos que siguieron se desarrollaron entre gritos. Silencio. Más gritos. Luego nada. No hubo más llamadas apresuradas desde celulares y susurros incontables que decían “Te quiero” a familiares y amigos en tierra. A las 10:06 a.m., el avión cargado de combustible se estrelló contra un campo de Pennsylvania. El viaje programado de seis horas desde Newark, New Jersey, a San Francisco duró sólo 84 minutos, y resultó en la muerte de la totalidad de las 44 personas a bordo. Camaradas instantáneos en sus últimos momentos, Todd y las otras almas valientes del vuelo salvaron las vidas de miles de desconocidos.

Con un aplomo similar al de Jackie Kennedy después del asesinato del presidente John F. Kennedy, Lisa Beamer se afirma por el bien de sus hijos y el bebé dentro de su vientre. “Todo el mundo tiene cierto grado de coraje humano del que puede tomar en una situación difícil”, dice, “pero el coraje humano sólo llega hasta cierto punto.”

Todd mantuvo la calma durante esos minutos finales del vuelo 93 en que el avión rugía hacia Washington, D.C., mientras pedía al operador de Airfone que llamara a Lisa y a su familia para decirles que los amaba. Luego oró el Padrenuestro con el operador y se desprendió del teléfono.

Lisa está convencida de que lo que le dio coraje a su esposo fue la seguridad de que volvería a ver a su familia en el cielo – que lo que les estaba pasando en ese instante, por más espantoso que fuera, no era la realidad final. Eso es lo que la mantiene funcionando a ella también.

“Si yo estuviera intentando mantenerme viva con mi fuerza humana no saldría de la cama”, dice Lisa, de 32 años. “Estoy muy agradecida por tener la fuerza y el coraje que me dio Dios. Cada día me siento tan ambivalente, porque soy humana, con emociones de tristeza y pesar. Pero, por otro lado, mi perspectiva es mucho mayor que sólo las cosas que ocurren en este mundo.”

Pero para esta joven madre y viuda hay otro aspecto del caos terrorista que hizo añicos la comodidad y las ilusiones de seguridad de la nación.

“Si su perspectiva es sólo para esta vida y usted se está aferrando a su pequeño mundo a todas costas”, dice, “será algo muy terrible. Cualquier cosa puede afectar su seguridad y amenazarlo – especialmente el terrorismo. A pesar de todos los mejores esfuerzos de nuestro gobierno, siempre seremos vulnerables en algunos lugares.

“Uno no puede sobreponerse al temor por completo, pero si adquiere una perspectiva acerca de Dios y su propósito último, uno puede sentirse confiado y seguro, y algunos de los temores palidecen.

“La reacción automática de la mayoría de las personas ante los sucesos del 11 de setiembre fue buscar algo mayor que ellos – ir a la iglesia o a una reunión de oración – y yo creo que eso es una indicación de que la gente sabe bien en su interior que esto no es todo lo que hay en la vida.

"Resulta fácil olvidarse de aquellos asuntos más profundos cuando la vida es buena, pero cuando golpea una verdadera crisis y la seguridad de las personas es quitada de debajo de ellas, surge ese deseo dado por Dios de mirar por arriba y más allá de uno mismo. Espero que todo esto dé motivo a las personas para hacer un balance de sus vidas, porque Todd y yo éramos las últimas personas en esta tierra que se suponía que estarían enfrentando este tipo de tragedia.

“Uno simplemente no sabe cuándo es su hora, así que tiene que estar preparado.”


© Copyright 2001, Beth J. Lueders.