Dr. Hugh Ross earned his Ph.D. in astronomy from the University of Toronto and researched galaxies and quasars at the California Institute of Technology. He is president of Reasons To Believe, an organization founded to develop new tools for demonstrating the factual basis for belief in God and the Bible. Ross speaks regularly throughout the U.S. and around the world; has written three books; published numerous articles in professional and popular publications; and appears frequently on radio and television programs. He and his wife, Kathy, live in Southern California and have two sons. Kathy edits the Reasons To Believe newsletter Facts and Faith.
Ninguna otra generación ha sido testigo de tantos descubrimientos acerca del universo. Ninguna otra generación ha presenciado la medición del cosmos. Para las generaciones anteriores, el universo permanecía como un misterio profundo. Pero nosotros estamos vivos para poder ver varios de sus misterios resueltos.
No sólo podemos medir ciertos aspectos del universo, sino que en estas mediciones estamos descubriendo algunas de las características de Aquel que lo diseñó todo. La astronomía nos ha provisto de nuevas herramientas para sondear la personalidad del Creador.
Antes de medir el cosmos, los no-teístas daban por sentado la disponibilidad de los bloques constructivos adecuados para la vida. Postulaban que, con suficiente tiempo, los procesos naturales correctos y suficientes bloques constructivos, aun sistemas tan complejos como los organismos podrían ser ensamblados sin la ayuda de un ser supremo. En los capítulos 3, 7, 8 y 9 hemos visto que no hay suficiente tiempo. En este capítulo consideraremos cuán asombroso es que el universo provea los bloques constructivos correctos y los procesos naturales correctos para la vida.
Para poner esta situación en perspectiva, imagine la posibilidad de que un avión Boeing 747 pudiera ser ensamblado completamente como resultado de un tornado que se abate sobre un depósito de chatarra. Ahora imagine cuánto más remota sería la posibilidad si se sustituyera bauxita (mineral de aluminio) por las partes de chatarra. Finalmente, imagine la posibilidad si en vez de bauxita se la reemplazara por sedimento del río. Así también, cuando uno examina los bloques constructivos necesarios para que la vida cobre existencia, la posibilidad de que eso ocurra sin algo o alguien que lo diseñe fuerza la imaginación más allá del punto de ruptura. Hay cuatro bloques constructivos fundamentales que deben ser diseñados "justo a punto" para la vida.
Para que la vida sea posible, más de cuarenta diferentes elementos deben tener la capacidad de unirse para formar moléculas. La unión molecular depende de dos factores: la magnitud de la fuerza de electromagnetismo y la relación de la masa del electrón a la masa del protón.
Si la fuerza electromagnética fuera significativamente mayor, los átomos se tomarían de los electrones tan fuertemente que no sería posible compartir ningún electrón con otros átomos. Pero si la fuerza electromagnética fuera significativamente menor, los átomos no retendrían ningún electrón y, nuevamente, no ocurriría la compartición de electrones entre átomos que permite que existan las moléculas. Si han de existir más de sólo unos pocos tipos de moléculas, la fuerza electromagnética debe estar balanceada aún más delicadamente.
El tamaño y la estabilidad de las órbitas de los electrones alrededor de los núcleos de los átomos dependen de la relación de la masa del electrón con la masa del protón. A menos que esta relación esté balanceada delicadamente, las uniones químicas esenciales para la química de la vida nunca podrían tener lugar.
Las moléculas de la vida no pueden construirse a menos que estén disponibles cantidades suficientes de los elementos esenciales para la vida. Esto significa que deben poder formarse átomos de distintos tamaños. Para que esto ocurra, debe existir un delicado equilibrio para cada una de las constantes de la física que gobiernan la fuerza nuclear fuerte y débil, la gravedad, y también para los estados de energía de base del núcleo (niveles de energía cuánticos que son importantes para la formación de elementos a partir de protones y neutrones) para varios elementos clave.
En el caso de la fuerza nuclear fuerte (la fuerza que gobierna el grado en que los protones y neutrones se unen entre sí en los núcleos atómicos) el equilibrio es fácil de ver. Si esta fuerza fuera demasiado débil, los protones y los neutrones no se mantendrían unidos. En ese caso, existiría un solo elemento en el universo, hidrógeno, porque el átomo de hidrógeno tiene sólo un protón y ningún neutrón en su núcleo. Por otro lado, si la fuerza nuclear fuerte fuera de una intensidad ligeramente mayor que la que observamos en el cosmos, los protones y los neutrones tendrían tal afinidad los unos por los otros que ninguno quedaría solo. Todos se encontrarían unidos a muchos otros protones y neutrones. En tal universo no habría nada de hidrógeno, sino sólo elementos pesados. La química de la vida es imposible sin hidrógeno; también es imposible si el hidrógeno es el único elemento.
¿Qué tan delicado es el equilibrio para la fuerza nuclear fuerte? Si fuera tan sólo un 2% más débil o un 0,3% más fuerte de lo que es en la actualidad, la vida sería imposible en cualquier tiempo y lugar dentro del universo.{1}
¿Estamos considerando solamente la vida como la conocemos? No, estamos hablando de cualquier tipo de química de la vida concebible en toda la extensión del cosmos. Esta condición delicada debe ser cumplida universalmente.
En el caso de la fuerza nuclear débil (la fuerza que gobierna, entre otras cosas, la velocidad de la descomposición radioactiva), si fuera mucho más fuerte de la que observamos, la materia en el universo sería convertida rápidamente en elementos pesados. Pero si fuera mucho más débil, la materia en el universo permanecería en la forma de los elementos más livianos exclusivamente. De una u otra forma, los elementos esenciales para la química de la vida (como el carbono, el oxígeno, el nitrógeno, el fósforo) no existirían para nada o existirían en cantidades muy por debajo de las que se requieren para que se puedan formar todas las sustancias químicas esenciales para la vida. Más aún, a menos que la fuerza nuclear débil estuviera balanceada delicadamente, aquellos elementos esenciales para la vida que son producidos sólo en el núcleo de las estrellas súper-gigantes nunca escaparían de las fronteras de esos núcleos (las explosiones de supernovas se volverían imposibles).{2}
El valor de la fuerza de la gravedad determina cuán calientemente arderán los hornos nucleares en los núcleos de las estrellas. Si la fuerza gravitatoria fuera mayor, las estrellas serían tan calientes que se consumirían en forma relativamente rápida; demasiado rápidamente y demasiado erráticamente para la vida. Además, un planeta capaz de sustentar vida debe ser apoyado por una estrella que sea estable y de combustión prolongada a la vez. Sin embargo, si la fuerza gravitatoria fuera menor, las estrellas nunca se volverían lo suficientemente calientes como para poner en marcha la fusión nuclear. En tal universo no se produciría ningún elemento más pesado que el hidrógeno y el helio.
A fines de la década de 1970 y a principios de la década de 1980, Fred Hoyle descubrió que era necesario un ajuste increíblemente fino de los estados de energías de base del núcleo para el helio, el berilio, el carbono y el oxígeno para que exista cualquier tipo de vida.{3} Los estados de energía de base para estos elementos no pueden ser mayores o menores respecto de cada uno de ellos en más de un 4% sin producir un universo con cantidades insuficientes de oxígeno y carbono para la vida.{4} Hoyle, que ha escrito extensamente en contra del teísmo{5}, y especialmente el cristianismo, sin embargo concluyó, basándose en este cuádruple ajuste fino, que "un súper-intelecto ha estado ‘jugando’ con la física, además de la química y la biología."{6}
Uno debe "jugar" con la física del universo para conseguir suficientes elementos correctos para la vida y, más aún, para conseguir que esos elementos se unan entre sí para formar las moléculas de la vida. Uno debe también hacer un ajuste fino del universo para conseguir la cantidad suficiente de nucleones (protones y neutrones) como para formar los elementos.
En los primeros instantes de la creación, el universo contenía alrededor de diez mil millones y un nucleones por cada diez mil millones de antinucleones. Los diez mil millones de antinucleones aniquilaron los diez mil millones de nucleones, generando una cantidad enorme de energía. Todas las galaxias y estrellas que constituyen el universo de hoy fueron formadas a partir de los nucleones que sobraron. Si el exceso inicial de nucleones por sobre los antinucleones hubiera sido algo menor, no habría habido suficiente materia para que se formen las galaxias, las estrellas y los elementos pesados. Si el exceso hubiera sido algo mayor, las galaxias se hubieran formado, pero se habrían condensado y habrían atrapado la radiación tan eficientemente que ninguna de ellas se habría fragmentado para formar las estrellas y los planetas.
El neutrón es un 0,138% más masivo que el protón. Debido a esta masa adicional, los neutrones requieren apenas algo más de energía para formarse que los protones. Así que, al enfriarse el universo luego del evento creador del big bang, produjo más protones que neutrones – de hecho, unas siete veces más.
Si el neutrón fuera sólo un 0,1% más masivo, quedarían tan pocos neutrones del enfriamiento del big bang que no habría suficiente cantidad como para formar los núcleos de todos los elementos pesados esenciales para la vida. Esta masa adicional del neutrón respecto del protón también determina la velocidad a la que los neutrones se descomponen en protones y los protones en neutrones. Si el neutrón fuera 0,1% menos masivo, se acumularían tantos protones para formar neutrones que todas las estrellas del universo se habrían colapsado rápidamente formando ya sea estrellas neutrónicas o agujeros negros.{7} En consecuencia, para que la vida fuera posible en el universo la masa del neutrón debe tener un ajuste fino mejor que el 0,1%.
Hay otro proceso de descomposición que involucra protones que debe tener un ajuste fino para que exista la vida. Se cree que los protones se descomponen para formar mesones (un tipo de partícula fundamental). Digo "se cree" porque la velocidad de descomposición es tan lenta que los experimentadores aún no han registrado un solo evento de descomposición (el tiempo de descomposición promedio para un único protón supera los 4 x 1032 años). No obstante, los teóricos están convencidos de que los protones deben descomponerse para formar mesones, y a una velocidad bastante cercana a los límites experimentales actuales. Si los protones se descompusieran más lentamente para formar mesones, el universo hoy no tendría una cantidad suficiente de nucleones para formar las galaxias, estrellas y planetas.{8} Esto se debe a que los factores que determinan esta velocidad de descomposición también determinan la proporción entre nucleones y antinucleones al momento del evento creador. Por lo tanto, si la velocidad de descomposición fuera menor, la cantidad de nucleones habría sido balanceado demasiado estrechamente por la cantidad de antinucleones, lo cual, después del aniquilamiento, habría dejado demasiados pocos nucleones.
Sin embargo, si la velocidad de descomposición de los protones para convertirse en mesones hubiera sido mayor, además del problema de una proporción demasiado grande entre nucleones y antinucleones, también habría el problema adicional desde el punto de vista de mantener la vida. Debido a la tremenda cantidad de energía que se libera en este proceso de descomposición específico, la velocidad de descomposición destruiría o dañaría la vida. Por lo tanto, la velocidad de descomposición no puede ser mayor que la actual.
No sólo debe tener el universo un ajuste fino para tener suficientes nucleones, sino que debe existir un número exacto de electrones. A menos que la cantidad de electrones sea equivalente a la cantidad de protones con una precisión de una parte en 1037 o mejor, las fuerzas electromagnéticas en el universo habrían superado las fuerzas gravitatorias de tal forma que las galaxias, estrellas y planetas jamás se hubieran formado.
Una parte en 1037 es un equilibrio tan increíblemente delicado que es difícil de visualizar. La siguiente analogía puede ser de ayuda. Cubra todo el continente norteamericano con monedas de diez centavos de dólar hasta llegar a la luna, una altura de unos 380.000 kilómetros. (En comparación, el dinero para pagar la deuda del gobierno federal de los Estados Unidos cubriría dos kilómetros y medio cuadrados con una profundidad menor de sesenta centímetros de monedas.). Luego, apile monedas de aquí a la luna en mil millones de otros continentes del mismo tamaño que Norteamérica. Pinte una moneda de rojo y mézclela dentro de las mil millones de pilas de monedas. Véndele los ojos a un amigo y pídale que extraiga una moneda. La probabilidad de que tomará la moneda roja es de uno en 1037. Y éste es sólo uno de los parámetros que están tan delicadamente balanceados para permitir que se forme la vida.
Cualquiera sea el nivel en el que examinemos los bloques constructivos de la vida (electrones, nucleones, átomos o moléculas), la física del universo debe tener un ajuste fino meticuloso. El universo debe estar construido exactamente para crear los electrones necesarios. Debe ser modelado exquisitamente para producir los protones y los neutrones requeridos. Debe ser fabricado cuidadosamente a fin de obtener los átomos necesarios. A menos que esté diseñado hábilmente, los átomos no podrán ser ensamblados en moléculas lo suficientemente complejas. Un equilibrio tan preciso de todos estos factores está realmente más allá de nuestras capacidades de comprensión. No obstante, con la medición del universo se vuelven aparentes hechos aún más asombrosos.
El primer parámetro del universo que fue medido fue la velocidad de expansión del universo. Al comparar esta velocidad con la física de formación de las galaxias y las estrellas, los astrofísicos encontraron algo asombroso. Si el universo se expandiera demasiado rápido, la materia se dispersaría tan eficientemente que nada de ella se aglomeraría suficientemente como para formar galaxias. Si no se forma ninguna galaxia, no se forma ninguna estrella. Si no se forma ninguna estrella, no se forma ningún planeta. Si no se forma ningún planeta, no hay lugar para la vida. Por otro lado, si el universo se expandiera demasiado lentamente, la materia se aglomeraría tan eficientemente que toda ella, de hecho todo el universo, colapsaría para formar una masa súper densa antes que ninguna estrella del tipo solar se pudiera formar.
Lo que es aún más asombroso es cuán delicadamente balanceada debe estar esa velocidad de expansión para que exista la vida. No puede diferir de la velocidad real en más de una parte en 1055.
Una analogía que todavía no llega a acercarse a describir la naturaleza precaria de este equilibrio sería un millón de lápices todos parados simultáneamente sobre sus puntas, sobre una superficie lisa de vidrio y sin ningún soporte externo.
El modelo del big bang inflacionario para el universo ofrece una explicación física de por qué el universo está colocado en un equilibrio tan delicado en su velocidad de expansión. A medida que las cuatro fuerzas fundamentales de la física (las fuerzas de gravedad, la nuclear fuerte, la nuclear débil y la electromagnética) se separaron una de otra durante la primera fracción de segundo luego del evento creador, es posible tener un breve instante de hiperinflación (que dure sólo 10–34 segundos) que prácticamente garantiza que el universo más tarde se expandirá a la velocidad que permita que exista la vida. Por supuesto, lo que hace eso es intercambiar un equilibrio exquisito (la velocidad de expansión del cosmos) por otro (los valores de un conjunto de varias constantes de la física).
Además de requerir un ajuste fino exquisito de las fuerzas y de las constantes de la física, la existencia de la vida exige aún más. Exige que las partículas fundamentales, la energía y las dimensiones del espacio-tiempo del universo permitan que el efecto túnel cuántico y la relatividad especial operen exactamente como lo hacen. El efecto túnel cuántico debe funcionar ni más ni menos eficientemente que lo que observamos para que la hemoglobina transporte la cantidad correcta de oxígeno a las células de todas las especies de vertebrados y la mayoría de las especies de invertebrados.{9} De la misma forma, las correcciones relativísticas, ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas, son esenciales para que el cobre y el vanadio cumplan sus papeles críticos en el funcionamiento del sistema nervioso y en el desarrollo de los huesos de todos los animales superiores.{10}
El segundo parámetro del universo que fue medido fue su edad. Por muchas décadas, los astrónomos y otros se han preguntado por qué, si Dios existe, habría de esperar tantos miles de millones de años para crear la vida. ¿Por qué no lo hizo enseguida? La respuesta es que, dadas las leyes y las constantes de la física que Dios escogió crear, se necesitan entre diez y doce mil millones de años sólo para fundir suficientes elementos pesados en los hornos nucleares de varias generaciones de estrellas gigantes para hacer posible la química de la vida.
La vida no podría ocurrir más temprano en el universo de lo que lo hizo sobre la Tierra. Ni tampoco podría ocurrir mucho más tarde. A medida que el universo envejece, las estrellas como el sol, ubicada en la parte correcta de la galaxia para la vida (ver capítulo 15) y en una fase de combustión nuclear estable, se vuelven más y más excepcionales. Si el universo fuera sólo unos pocos miles de millones de años más antiguo, tales estrellas ya no existirían.
Un tercer parámetro que ya he discutido con cierto detenimiento es la entropía, la degradación de la energía. En el capítulo 3, expliqué la evidencia de que el universo posee una cantidad extrema de entropía específica. Este alto nivel de entropía es esencial para la vida. Sin este nivel, los sistemas tan pequeños como las estrellas y los planetas nunca se formarían. Pero si bien la entropía del universo es extremadamente alta, no podría ser mayor. Si fuera mayor, los sistemas tan grandes como las galaxias nunca se formarían. Las estrellas y los planetas no pueden formarse sin las galaxias.
Un cuarto parámetro – otro que es muy sensible – es la relación entre la constante de la fuerza electromagnética y la constante de la fuerza gravitatoria. Si la fuerza electromagnética relativa a la fuerza de gravedad fuera incrementada en sólo una parte en 1040 sólo se formarían estrellas pequeñas. Y si fuera disminuida en sólo una parte en 1040 sólo se formarían estrellas grandes. Pero para que la vida sea posible en el universo deben existir tanto las estrellas grandes como las pequeñas. Las estrellas grandes deben existir porque sólo en sus hornos termonucleares se producen la mayoría de los elementos esenciales para la vida. Las estrellas pequeñas, como el sol, deben existir porque sólo las estrellas pequeñas arden durante el tiempo suficiente y en la forma suficientemente estable como para sostener un planeta con vida.{11}
Si volvemos a las pilas de monedas, una parte en 1040 es equivalente a que una persona vendada, hurgando a través de un billón de pilas de monedas del tamaño de Norteamérica que lleguen hasta la luna, tome una y que, en el primer intento, sea la moneda roja.
A finales de la década de 1980 y a principios de la década de 1990, varias otras características fueron medidas exitosamente. Cada una de estas, también, indicaron un ajuste fino cuidadoso para soportar la vida. Actualmente los investigadores han descubierto veintiséis características que deben tomar valores definidos muy estrechamente para que exista la vida de cualquier tipo. Se provee una lista de estas características y las razones por las que deben ser definidas en forma tan estrecha en la tabla 14.1.
La lista de las características de ajuste fino para el universo sigue creciendo. Los parámetros 24, 25 y 26, por ejemplo, fueron agregados sólo en los últimos meses. Cuanto más precisamente y extensamente los astrónomos miden el universo, más ajuste fino descubren en él. También, como hemos visto para muchas de las características ya medidas, el grado de ajuste fino es completamente asombroso, muy superior a lo que los esfuerzos humanos pueden lograr.
Por ejemplo, tal vez la mejor máquina construida jamás por el hombre sea un flamante detector de ondas de gravedad diseñado por físicos del California Institute of Technology para hacer mediciones con una precisión de una parte en 1023. En comparación, tres diferentes características del universo deben tener un ajuste fino mejor que una parte en 1037 para que exista vida de cualquier tipo (para un comentario de por qué la vida debe estar basada en el carbono, ver la sección "Otro tipo de vida" en las páginas 133 y 134). Mi argumento es que la Entidad que trajo a la existencia al universo debe ser un Ser personal, porque sólo una persona puede siquiera acercarse a un diseño de este grado de precisión. Considere, también, que esta Entidad personal debe ser al menos cien billones de veces más "capaz" que nosotros, los humanos, con todos nuestros recursos.
Más de una docena de parámetros para el universo tienen que tener valores que caen dentro de rangos definidos estrechamente para que exista vida de cualquier tipo.
El descubrimiento de este grado de diseño en el universo está teniendo un profundo impacto teológico en los astrónomos. Como ya hemos notado, Hoyle concluye que "un súper-intelecto ha estado 'jugando' con la física, además de la química y la biología."{13} Y Davies ha pasado de promover el ateísmo{14} a conceder que "las leyes [de la física] ... parecen ser ellas mismas el producto de un diseño extremadamente ingenioso"{15} Agrega lo siguiente:
[Hay] para mí evidencia poderosa de que hay algo que está pasando detrás de todo esto... Parece como si alguien hubiera hecho un ajuste fino de los números de la naturaleza para hacer el Universo. . . . La impresión de un diseño es apabullante.{16}
El astrónomo George Greenstein, en su libro The Symbiotic Universe (El universo simbiótico) expresa estos pensamientos:
Cuando examinamos la evidencia, surge el pensamiento en forma insistente de que algún agente sobrenatural – o, más bien, un Agente – debe estar involucrado. ¿Es posible que de repente, sin tener la intención, hemos tropezado con pruebas científicas de la existencia de un Ser Supremo? ¿Fue Dios quien intervino y modeló el cosmos en forma tan providencial para nuestro beneficio?{17}
Tony Rothman, un físico teórico, en un artículo de orientación popular sobre el principio antrópico (la idea de que el universo posee características estrechamente definidas que permiten la posibilidad de un hábitat para los humanos) concluyó su ensayo con estas palabras:
El teólogo medieval que contemplaba el cielo nocturno a través de los ojos de Aristóteles y veía ángeles que movían esferas armoniosamente se ha convertido en el cosmólogo moderno que contempla el mismo cielo a través de los ojos de Einstein y ve la mano de Dios, no en los ángeles sino en las constantes de la naturaleza. . . . Cuando nos vemos confrontados con el orden y la belleza del universo y las extrañas coincidencias de la naturaleza, es muy tentador tomar el salto de fe desde la ciencia a la religión. Estoy seguro de que muchos físicos lo quieren hacer. Sólo quisiera que lo admitieran.{18}
En un artículo que reseñaba el principio antrópico publicado en la revista Nature, los cosmólogos Bernard Carr y Martin Rees declaran en su resumen: "La naturaleza verdaderamente exhibe algunas coincidencias notables, y éstas exigen alguna explicación."{19} Carr, en un artículo más reciente sobre el principio antrópico, sigue diciendo:
Uno debería llegar a la conclusión de que los rasgos del universo invocados en apoyo del Principio Antrópico son sólo coincidencias o que el universo fue hecho a medida para la vida. ¡Les dejaré a los teólogos que certifiquen la identidad del sastre!{20}
El físico Freeman Dyson concluyó su tratamiento del principio antrópico así: "El problema aquí es tratar de formular alguna declaración del propósito último del universo. En otras palabras, el problema es leer la mente de Dios."{21} Vera Kistiakowsky, una física del MIT y ex presidente de la Asociación de Mujeres en la Ciencia (Association of Women in Science), comentó, ‘’El orden exquisito desplegado por nuestra comprensión del mundo físico exige lo divino."{22} Arno Penzias, quien compartió el premio Nóbel de física por el descubrimiento de la radiación cósmica de fondo, comentó:
La astronomía nos conduce a un evento único, un universo que fue creado de la nada, un universo con el equilibrio muy delicado necesario para proveer las condiciones que permitan la vida, un universo que tiene un plan subyacente (uno podría decir "sobrenatural").{23}
Unos años antes de la caída del comunismo, Alexander Polyakov, un teórico y becario del Moscow Landau Institute, declaró:
Sabemos que la naturaleza está descrita por la mejor de las matemáticas posibles porque Dios las creó. Así que hay una probabilidad de que la mejor de todas las matemáticas posibles será creada a partir de los intentos de los físicos de describir la naturaleza.{24}
El afamado astrofísico Fang Li Zhi y su coautor, el físico Li Shu Xian, escribieron recientemente, "Una cuestión que siempre ha sido considerada un tema de la metafísica o la teología – la creación del universo – se ha vuelto ahora un área activa de investigación en la física."{25}
En la película de 1992 sobre Stephen Hawking, A Brief History of Time (Una breve historia del tiempo), el colega de Hawking, el distinguido matemático Roger Penrose, comentó: "Yo diría que el universo tiene un propósito. No está ahí sólo por azar."{26} Hawking y el colega de Penrose, George Ellis, hicieron la siguiente declaración en una ponencia presentada en la Segunda Conferencia sobre Cosmología y Filosofía en Venecia:
Un ajuste fino asombroso ocurre en las leyes que hacen posible [esta complejidad]. La comprensión de la complejidad de lo que se ha logrado hace muy difícil no usar la palabra "milagroso" sin tomar una posición con relación a la posición ontológico de esa palabra.{27}
El cosmólogo Edward Harrison hace esta deducción:
He aquí la prueba cosmológica de la existencia de Dios – el argumento del diseño de Paley – actualizado y remodelado. El ajuste fino del universo provee evidencia prima facie del diseño deísta. Haga su elección: el azar ciego que requiere multitudes de universos o el diseño que requiere uno sólo. . . Muchos científicos, cuando admiten sus puntos de vista, se inclinan hacia el argumento teleológico (del diseño).{28}
Allan Sandage, ganador del premio Crafoord en astronomía (equivalente al premio Nobel), comentó, "Encuentro bastante improbable que este orden haya salido del caos. Tiene que haber algún principio ordenador. Dios, para mí, es un misterio, pero es la explicación del milagro de la existencia: por qué hay algo en vez de nada."{29} Robert Griffiths, quien ganó el premio Heinemann en física matemática, observó: "Si necesitamos un ateo para un debate, voy al departamento de filosofía. El departamento de física no sirve para mucho."{30} Tal vez el astrofísico Robert Jastrow, un agnóstico auto-confeso,{31} describió de la mejor forma lo que les ocurrió a sus colegas al medir el cosmos:
Para el científico que ha vivido por su fe en el poder de la razón, la historia termina como una pesadilla. Ha escalado las montañas de la ignorancia, está a punto de conquistar el pico más alto, y cuando se está incorporando sobre la última roca lo saluda una banda de teólogos que han estado sentados allí por siglos.{32}
En todas mis conversaciones con quienes investigan las características del universo y en todas mis lecturas de artículos y libros sobre el tema, ni una sola persona niega la conclusión de que de alguna forma el cosmos ha sido diseñado para que sea un hábitat adecuado para la vida. Los astrónomos por naturaleza tienden a ser independientes e iconoclastas. Si existe una oportunidad para discrepar, la tomarán. Pero, sobre este tema del ajuste fino o el diseño cuidadoso del cosmos, la evidencia es tan convincente que aún no he oído de ningún desacuerdo.
¿Implica el ajuste fino un diseño con propósito? Hay tantos parámetros que deben tener un ajuste fino y el grado de ajuste fino es tan alto, que no parece posible ninguna otra conclusión.
Como señaló Harrison, la evidencia permite sólo dos opciones: el diseño divino o el azar ciego. El azar ciego, como vimos en el capítulo 12, está descartado dado que las conclusiones basadas en el azar deben ser derivadas de tamaños de muestras conocidos y no hipotéticos. El tamaño de muestra conocido para el/los universo/s es uno, y siempre será uno, ya que la envolvente del espacio-tiempo es cerrada (lo que significa que nosotros los humanos no podemos, ni siquiera en principio, descubrir algo de otros universos que pudieran posiblemente existir).3
Mucho más está ocurriendo, sin embargo, que simples discursos de astrónomos acerca del diseño del cosmos para soportar la vida. Palabras como alguien hizo un ajuste fino de la naturaleza, súper-intelecto, "jugó" con, diseño apabullante, milagroso, mano de Dios, propósito último, mente de Dios, orden exquisito, equilibrio muy delicado, extremadamente ingenioso, Agente sobrenatural, plan sobrenatural, cortado a medida, Ser Supremo y diseñado providencialmente se aplican, obviamente, a una Persona. Más allá de simplemente establecer que el Creador es una Persona, los hallazgos sobre el diseño proveen alguna evidencia de cómo es esa Persona.
Una característica que se destaca en forma dramática es Su interés y cuidado por las cosas vivas, particularmente la raza humana. Vemos este cuidado en la vastedad y calidad de los recursos dedicados a sustentar la vida.
Por ejemplo, la densidad de masa del universo, con toda su enormidad, está centrada en las necesidades de los humanos. ¿Cómo? La densidad de masa determina cuán eficientemente opera la fusión nuclear en el cosmos. La densidad de masa que medimos se traduce en unos cien mil trillones de estrellas para el actual universo observable. Según muestra la tabla 14.1 (página 118), si la densidad de masa fuera demasiado grande se formaría demasiado deuterio (un isótopo de hidrógeno con un protón y un neutrón en el núcleo) en los primeros pocos minutos de la existencia del universo. Este deuterio adicional haría que las estrellas ardan en forma demasiado rápida y errática como para que alguna de ellas pudiera soportar un planeta con vida. Por otro lado, si la densidad de masa fuera demasiado pequeña, se formaría tan poco deuterio y helio en los primeros pocos minutos que los elementos más pesados necesarios para la vida nunca se formarían en las estrellas. Esto significa que las aproximadamente cien mil trillones de estrellas que observamos en el universo – ni más ni menos – son necesarias para que la vida sea posible en el universo. Dios invirtió fuertemente en los seres vivos. Él construyó todas esas estrellas y las modeló cuidadosamente durante la vida del universo para que en este breve instante de la historia del cosmos los humanos pudieran existir y tener un lugar agradable para vivir.
Cuando se trata de las características de ajuste fino del universo, los no-teístas se encuentran en un aprieto. La evidencia es demasiado significativa y concreta como para dejar de lado. La evidencia es inanimada; así que no se puede apelar a hipótesis darwinistas. Las apelaciones a un tiempo casi infinito se ven frustradas por las pruebas de la creación del tiempo sólo unos pocos miles de millones de años atrás. Los siguientes cinco argumentos parecen cubrir el rango de las respuestas no teístas a la evidencia del diseño cósmico:
Argumento 1: Nosotros no estaríamos aquí para observar el universo si lo extremadamente improbable no hubiera ocurrido.
La evidencia a favor del diseño es meramente accidental. Nuestra existencia simplemente testifica que lo extremadamente improbable ciertamente tuvo lugar por azar. En otras palabras, no estaríamos aquí para reportar las características del universo a menos que el azar hubiera producido estas propiedades altamente improbables.
Refutación: Este argumento es fundamentalmente una apelación a las probabilidades infinitas que ya ha sido contestada (ver capítulo 12). Otra respuesta ha sido desarrollada por el filósofo Richard Swinburne{33} y ha sido resumida por otro filósofo, William Lane Craig:
Suponga que cien tiradores expertos son enviados para ejecutar a un prisionero en un escuadrón de fusilamiento, y el prisionero sobrevive. El prisionero no debería asombrarse de que no ve que está muerto. Después de todo, si estuviera muerto no podría observar su muerte. No obstante, tendría que asombrarse de que esté vivo.{34}
Extendiendo el argumento de Craig y Swinburne, el prisionero debería concluir, dado que está vivo, que todos lo tiradores expertos erraron por algún azar extremadamente improbable. Él podría querer atribuir su supervivencia a una increíble buena suerte, pero sería mucho más racional que él concluyera que los fusiles estaban cargados con salvas o que los tiradores erraron a propósito. Alguien tiene que haber tenido el propósito de que viva. De la misma forma, la conclusión racional que se deduce del ajuste fino del universo es que Alguien tuvo el propósito de que nosotros viviéramos.
Argumento 2: El diseño del universo es simple antropomorfismo
El astrofísico Joseph Silk, en su más reciente esfuerzo de comunicar la física de la cosmología del big bang a los legos, se mofa de la conclusión de que el universo ha tenido un ajuste fino para soportar la vida. Compara la "tontería" de la idea del diseño con la suposición absurda de la pulga de que el perro del que se alimenta ha sido diseñado precisamente para su beneficio. El error de la pulga, sugiere, se vuelve muy aparente apenas se le coloque al perro un collar para las pulgas.{35}
El argumento de Silk ignora algunos temas clave. Si bien la pulga puede estar un poco centrada en sí misma al suponer que el perro fue diseñado exclusivamente para ella, no hay ninguna razón para negar que el perro fue diseñado para un propósito, o para varios propósitos. (El mito de que la vida es producto estrictamente de procesos naturales accidentales es tratado en el capítulo 16.) El collar contra las pulgas puede ser un argumento más fuerte a favor del diseño (por ejemplo, el control de la población) que a favor de la falta de diseño. Más importantemente, si bien podemos imaginarnos un amplio rango de huéspedes adecuados para soportar a la pulga, cada uno de ellos requiere elementos de diseño para facilitar la supervivencia de la pulga. Aunque son bastante abundantes los huéspedes adecuados para la pulga, no lo son los universos adecuados para la vida. Los astrofísicos no han sido capaces de inventar universos hipotéticos significativamente diferentes del nuestro que pudieran soportar seres humanos o, para el caso, cualquier tipo de vida física inteligente concebible.
Argumento 3: Los argumentos del diseño están fuera del dominio de la ciencia y, por lo tanto, deben ser ignorados.
Las publicaciones del National Center for Science Education, entre otros grupos anti-creacionistas, aseveran repetidamente que la ciencia está "basada en lo empírico y es necesariamente materialista; los milagros no deben ser permitidos" y que "cualquier teoría con un fundamento sobrenatural no es científica."{36} Dado que los argumentos de diseño implican la intervención sobrenatural, pueden ser ignorados justificadamente porque "no pueden ser considerados científicos."{37}
Refutación: Afirmar que la ciencia y la teología son mutuamente excluyentes puede ser conveniente para los materialistas que no están dispuestos a defender su filosofía, pero es insostenible. La ciencia raramente es neutral en lo religioso. Análogamente, la fe religiosa raramente es neutral en lo científico. Tanto la ciencia como la teología tratan frecuentemente con causa y efecto y con procesos de desarrollo en el mundo natural. Tanto la ciencia como la teología tratan con el origen del universo, el sistema solar, la vida y la humanidad.
Cuando se trata de las causas, los procesos de desarrollo y los orígenes, existen siempre dos posibilidades: natural o sobrenatural. Insistir dogmáticamente que nunca deben considerarse respuestas sobrenaturales equivale a decir que todos los seres humanos sigan una sola religión, la religión del materialismo ateo. Encuentro irónico que, en nombre de la libertad religiosa, ciertos proponentes de la educación científica insisten en librar a nuestras instituciones de enseñanza e investigación de cualquier fe que se atreva a competir con la suya.
Argumento 4: El orden puede surgir del caos.
La idea de que bajo condiciones estrictamente naturales el orden puede surgir y surgirá del caos fue propuesta primeramente por David Hume, casi doscientos años atrás. Recientemente, ha sido revivido por el químico galardonado con el premio Nobel, Ilya Prigogine en su libro Order out of Chaos (El orden a partir del caos){38} y por la exitosa película Jurassic Park (Parque jurásico). Hume hizo la afirmación sin ningún apoyo de las evidencias. Prigogine señaló varias reacciones químicas en las que el orden parece surgir de sistemas caóticos. Jurassic Park en realidad toca otro tema, a saber la teoría del caos y la lógica borrosa.
El principio detrás de la teoría del caos y la lógica borrosa es que, al tratar de predecir el resultado del estado futuro de sistemas excepcionalmente complejos, el investigador estará mejor si se conforma con respuestas o conclusiones aproximadas en cada paso en la solución de un problema en vez de respuestas o conclusiones exactas. La presunción de un principio auto-organizador en los sistemas caóticos surge del hecho de que cuanto más complejo es el sistema mayor es la oportunidad de desviaciones del equilibrio termodinámico en pequeñas porciones del sistema (y mayor es la dificultad para determinar cuáles son realmente los estados de equilibrio termodinámico). Según la segunda ley de la termodinámica, la entropía crece en todos los sistemas, pero la entropía puede decrecer (es decir, el orden puede crecer) en parte de un sistema, siempre que un incremento adicional de entropía (es decir, desorden) ocurra en otra parte del sistema. Debido a que los investigadores humanos pueden ser propensos a subestimar la complejidad de algunos sistemas, se sorprenden ocasionalmente por cuánto puede desviarse una pequeña porción de un sistema del equilibrio termodinámico. No obstante, las leyes de la termodinámica predicen que estas desviaciones son temporarias, y cuanto mayor la desviación, más rápidamente se corrigen los desvíos.
Sin los desvíos del equilibrio termodinámico, no se formarían las gotas de lluvia y los copos de nieve, por ejemplo. Pero la formación de gotas de lluvia y de copos de nieve se acerca a los límites de auto-organización de un proceso natural. Si bien los copos de nieve exhiben un alto grado de orden, su contenido de información o nivel de diseño permanece bastante bajo. La distinción es aproximadamente como la diferencia entre el Nuevo Testamento y un libro que contenga la oración "Dios es bueno" repetida 90.000 veces. El último ejemplo muestra un orden considerable, pero no mucha información. El primer ejemplo contiene un alto grado de orden y un alto grado de información (o diseño) a la vez. Los ejemplos de Prigogine exhiben incrementos de orden pero sin incrementos significativos en el contenido de información. Los procesos naturales solos no pueden explicar el nivel excepcionalmente alto de diseño y de contenido de información en los organismos vivos o en la estructura del universo que hacen que la vida sea posible.
Argumento 5: A medida que seguimos evolucionando, llegaremos a ser el Creador-Diseñador
En su libro, The Anthropic Cosmological Principle (El principio antrópico cosmológico), los astrofísicos John Barrow y Frank Tipler reseñan muchas nuevas evidencias del diseño del universo.{39} Luego pasan a discutir versiones del principio antrópico como el WAP (Weak Anthropic Principle – principio antrópico débil: los seres conscientes sólo pueden existir en un medio ambiente con características que permitan que lo habiten), el SAP (Strong Anthropic Principle – principio antrópico fuerte: la naturaleza debe adoptar aquellas características que admitan, en algún lado y en algún tiempo, la existencia de seres conscientes), y versiones más radicales, incluyendo el PAP (Participatory Anthropic Principle – principio antrópico participativo: los observadores conscientes son necesarios para traer a la existencia al universo, y el universo es necesario para traer a la existencia a los observadores). Pero lo que ellos propician es el FAP (Final Anthropic Principle – principio antrópico final).
Con el FAP, la vida que existe (pasado, presente y futuro) continuará evolucionando con los recursos inanimados del universo hasta que alcance un estado que Barrow y Tipler denominan el "Punto Omega."{40} Este Punto Omega, dicen, es una Entidad que tiene las propiedades de omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia, con la capacidad de crear en el pasado.{41} En otras palabras, el Dios-Creador no existe todavía, pero nosotros (toda la vida y todas las estructuras inanimadas del universo) estamos evolucionando gradualmente hacia Dios. Cuando Dios sea construido finalmente así, Su poder será tal que Él puede crear un universo entero con todas sus características de diseño miles de millones de años atrás.
En su último libro, The Physics of Immortality (La física de la inmortalidad),{42} Tipler propone que la evolución hacia el Punto Omega ocurrirá mediante el avance de la tecnología de las computadoras. Extrapolando el tiempo de duplicación de la capacidad de computación (en la actualidad, alrededor de dieciocho meses) hacia algunos millones de años en el futuro, Tipler predice que una generación futura de seres humanos podrá no sólo alterar todo el universo y todas las leyes de la física sino también crear un Dios que aún no existe. Más aún, podremos resucitar cada ser humano que haya vivido jamás mediante la recuperación de los recuerdos que alguna vez residieron en el cerebro de cada persona.
Refutación: Es difícil tratar estas hipótesis del FAP y del Punto Omega en forma seria. En el New York Review of Books, el conocido crítico Martin Gardner ofreció su evaluación del trabajo de Barrow y Tipler:
¿Qué podemos decir de este cuarteto de WAP, SAP, PAP y FAP? En mi opinión no tan humilde, creo que el último principio puede llamarse mejor CRAP, Completely Ridiculous Anthropic Principle – principio antrópico completamente ridículo (nota: en inglés, la palabra "crap" significa "basura").{43}
En The Physics of Immortality, Tipler sobrestima groseramente el papel de la memoria humana y la capacidad futura de las computadoras. Así como las computadoras no pueden funcionar solamente con bancos de memoria, tampoco la mente humana y la conciencia humana operan solamente mediante la memoria. Si bien están teniendo lugar hoy notables progresos en la tecnología de computación, las leyes de la física imponen límites finitos predecibles sobre el hardware de las computadoras futuras. Como ha sido documentado rigurosamente por Roger Penrose en The Emperor’s New Mind y Shadows of the Mind, estos límites no permiten siquiera la duplicación de la conciencia humana, y mucho menos las capacidades fantásticas que sugiere Tipler.{44}
Pero Tipler aparentemente quiere alterar mucho más que sólo el universo y las leyes de la física. Él cree, por ejemplo, que las computadoras futuras serán capaces de exponer a la gente a los principios de la teoría del juego tan efectivamente que todos los pensamientos y acciones destructivos serán purgados y la ya no habrá maldad, aún para gente del tipo de Adolf Hitler y Mata Hari.{45} En la religión de Tipler, la obra redentora de un Salvador se vuelve innecesaria. Considere, sin embargo, que si la propuesta de Tipler fuera cierta, cuanto mejor la gente comprendiera la teoría del juego menor sería la propensión que exhibirían a cometer el mal. Desafortunadamente para Tipler, no hay evidencias de ninguna correlación de este tipo.
Tipler no sólo descarta el infierno sino que redefine el cielo. El "cielo" de Tipler trae la dicha relacional (más precisamente, sexual) a todo hombre y mujer. Él produce una ecuación para "probar" que su utopía generada por la computadora traerá a cada hombre una mujer, y a cada mujer un hombre, capaces de entregar 100.000 veces el impacto y la satisfacción del mejor compañero que uno pueda imaginar en la vida que conocemos.{46} La atracción popular de esta idea documenta la bancarrota espiritual de nuestro tiempo. Evidentemente muchas personas nunca han saboreado un placer mayor que lo que puede dar la experiencia sexual.
En un artículo para el Skeptical Inquirer, Gardner nuevamente blandió sus cuchillos satíricos:
Le dejo al lector que decida si deberán optar por OPT (Omega Point Theology – teología del punto omega) como una nueva religión científica superior a la Cientología – una religión destinada a elevar a Tipler al rango de un profeta más grande que L. Ron Hubbard – u optar por el punto de vista de que OPT es una fantasía descabellada generada por la lectura de demasiada ciencia-ficción.{47}
En su rechazo persistente de un Creador eterno y trascendente algunos cosmólogos (y otros) están recurriendo a opciones cada vez más irracionales. Hay cierta lógica en esto, sin embargo. Si por motivos personales o morales el Dios de la Biblia no es aceptable, entonces, dada toda la evidencia para la trascendencia y el diseño, las alternativas están restringidas a vuelos de la imaginación.
A lo largo del tiempo y a medida que destrabamos más de los secretos del vasto cosmos, los hombres y mujeres estarán más sobrecogidos por cuán exquisitamente está diseñado el universo. Pero ¿a qué estará dirigido ese sobrecogimiento – a la cosa creada o al Creador? Esa es la elección de cada persona.
{1}Richard Swinburne, "Argument for the Fine-Tuning of the Universe," Physical Cosmology and Philosophy, ed. John Leslie (New York: Macmillan, 1991), page 160: Hugh Ross, The Fingerprint of God, 2nd ed. rev. (Orange, CA: Promise, 1991), page 122.
{2}Ross, pages 122-123.
{3}Fred Hoyle, Galaxies, Nuclei and Quasars (New York: Harper and Row, 1965), pages 147-150; Fred Hoyle, "The Universe: Past and Present Reflection," Annual Reviews of Astronomy and Astrophysics 20 (1982), page 16: Ross, pages 126-127.
{4}Fred Hoyle, The Nature of the Universe, 2nd ed. rev. (Oxford, U.K.: Basil Blackwell, 1952), page 109; Fred Hoyle, Astronomy and Cosmology: A Modern Course (San Francisco, CA: W. H. Freeman, 1975), pages 684-685; Hoyle, "The Universe: Past and Present Reflection," page 3; Hoyle, Astronomy and Cosmology, page 522.
{5}Hoyle, The Nature of the Universe, page 111.
{6}Hoyle, "The Universe: Past and Present Reflection," page 16.
{7}John D. Barrow and Frank J. Tipler, The Anthropic Cosmological Priniciple (New York: Oxford University Press, 1986), page 400.
{9}George F. R. Ellis, "The Anthropic Principle: Laws and Environments," in The Anthropic Principle, F. Bertola and U. Curi, ed. (New York: Cambridge University Press, 1993), page 30; D. Allan Bromley, "Physics: Atomic and Molecular Physics," Science 209 (1980), page 116.
{10}George F. R. Ellis, page 30; H. R. Marston, S. H. Allen, and S. L. Swaby, "Iron Metabolism in Copper-Deficient Rats," British Journal of Nutrition 25 (1971), pages 15-30; K. W. J. Wahle and N. T. Davies, "Effect of Dietary Copper Deficiency in the Rat on Fatty Acid Composition of Adipose Tissue and Desaturase Activiy of Liver Microsomes," British Journal of Nutrition 34 (1975), pages 105-112; Walter Mertz, "The Newer Essential Trace Elements, Chromium, Tin, Vanadium, Nickel, and Silicon," Proceedings of the Nutrition Society, 33 (1974), pages 307-313.
{11}John P. Cox and R. Thomas Giuli, Principles of Stellar Structure, Volume II: Applications to Stars (New York: Gordon and Breach, 1968), pages 944-1028.
{12}Davies and Koch, pages 391-403. Ver también los capítulos 3 y 4.
{13}Hoyle, "The Universe," page 16.
{14}Paul Davies, God and the New Physics (New York: Simon & Schuster, 1984), page 243.
{15}Paul Davies, Superforce (New York: Simon & Schuster, 1988), page 203; Paul Davies, "The Anthropic Principle," Science Digest 191, no. 10 (October 1983), page 24.
{16}Paul Davies, The Cosmic Blueprint (New York: Simon & Schuster, 1988), page 203; Paul Davies, "The Anthropic Principle," Science Digest 191, no. 10 (October 1983), page 24.
{17}George Greenstein, The Symbiotic Universe (New York: William Morrow, 1988), page 27.
{18}Tony Rothman, "A ‘What You See Is What You Beget’ Theory," Discover (May 1987), page 99.
{19}Carr and Rees, page 612.
{20}Carr, page 153 (el énfasis está en el texto original).
{21}Freeman Dyson, Infinite in All Directions (New York: Harper and Row, 1988), page 298.
{22}Henry Margenau and Roy Abraham Varghese, ed., Cosmos, Bios and Theos (La Salle, IL: Open Court, 1992), page 52.
{23}Margenau and Varghese, ed., page 83.
{24}Stuart Gannes, Fortune, 13 October 1986, page 57.
{25}Fang Li Zhi and Li Shu Xian, Creation of the Universe, trans. T. Kiang (Singapore: World Scientific, 1989), page 173.
{26}Roger Penrose, en la película A Brief History of Time (Burbank, CA: Paramount Pictures Incorporated, 1992).
{27}George F. R. Ellis, page 30.
{28}Edward Harrison, Masks of the Universe (New York: Collier Books, Macmillan, 1985), pages 252, 263.
{29}John Noble Wilford, "Sizing Up the Cosmos: An Astronomer’s Quest," New York Times, 12 March 1991, page B9.
{30}Tim Stafford, "Cease-fire in the Laboratory," Christianity Today, 3 April 1987, page 18.
{31}Robert Jastrow, "The Secret of the Stars," New York Times Magazine, 25 June 1978, page 7.
{32}Robert Jastrow, God and the Astronomers (New York: W. W. Norton, 1978), page 116.
{33}Swinburne, page 165.
{34}William Lane Craig, "Barrow and Tipler on the Anthropic Principle Versus Divine Design," British Journal of Philosophy and Science 38 (1988), page 392.
{35}Joseph Silk, Cosmic Enigma (1993), pages 8-9.
{36}NCSE staff, Education and Creationism Don’t Mix (Berkeley, CA: National Center for Science Education, 1985), page 3; Eugenie C. Scott, "Of Pandas and People," National Center for Science Education Reports (January-February 1990), page 18; Paul Bartelt, "Patterson and Gish at Morningside College," The Committees of Correspondence, Iowa Committee of Correspondence Newsletter, vol. 4, no. 4 (October 1989), page 1.
{37}Education and Creationism Don’t Mix, page 3; Eugenie C. Scott and Henry P. Cole, "The Elusive Scientific Basis of Creation Science," The Quarterly Review of Biology (March 1985), page 297.
{38}Ilya Prigogine and Isabelle Stengers, Order out of Chaos: Man’s New Dialogue With Nature (New York: Bantam Books, 1984).
{39}Barrow and Tipler.
{40}Barrow and Tipler, page 676-677.
{41}Barrow and Tipler, pages 676-677, 682; Martin Gardner, "Notes of a Fringe-Watcher: Tipler’s Omega Point Theory," Skeptical Inquirer 15, no. 2 (1991), pages 128-132.
{42}Frank J. Tipler, The Physics of Immortality: Modern Cosmology, God and the Resurrection of the Dead (New York: Doubleday, 1994).
{43}Martin Gardner, "WAP, SAP, PAP, and FAP," The New York Review of Books, vol. 23, no. 8, 8 May 1986, pages 22-25.
{44}Roger Penrose, The Emperor’s New Mind (New York: Oxford University Press, 1989), pages 3-145, 374-451; Roger Penrose, Shadows of the Mind (New York: Oxford University Press, 1994), pages 7-208.
{45}Frank J. Tipler, pages 253-255.
{46}Frank J. Tipler, pages 256-257.
{47}Gardner, "Notes of a Fringe-Watcher," page 132.
Traducción: Alejandro Field
© Copyright Hugh Ross, The Creator and the Cosmos, 3d ed. (Colorado Springs, CO: NavPress, 2001). Usado con permiso